E l asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, perpetrado en una playa privada en Barú, benefició a muchos grupos delincuenciales que tienen influencia en todo el continente y que, en caso de que el fallecido investigador hubiera continuado con sus pesquisas, se podría revelar cómo se ha tejido un complejo entramado del crimen organizado global, que se ha enfocado en hacer de América su centro principal de acción y negocios.
Para algunos expertos en criminalidad, el continente es un caldo de cultivo para las organizaciones transnacionales por varias razones, entre ellas se cuentan los altos índices de pobreza que influyen en que parte de la población se dedique a delinquir, además de los niveles de impunidad que existen, en especial en centro y Suramérica, lo que ha permitido que haya una consolidación de empresas criminales locales y que hayan nacido alianzas de negocio con otras, provenientes de México e, inclusive, de Europa y hasta de Medio Oriente.
“Con el paso del tiempo y debido a los altos índices de impunidad, entre otras razones, las bandas criminales que ya existían de tiempo atrás ahora se han unido para poder garantizar un mayor beneficio de las actividades ilícitas. Entonces, la tendencia es a fortalecer las alianzas entre ellos, de esa manera están mejor organizados y hay menos violencia interna porque hay menor nivel de enfrentamientos entre estos grupos ilegales”, explicó Juan Carlos Ruiz, profesor titular de la facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad de El Rosario.
El experto añade que se ha creado una especie de red internacional en la que los grupos criminales de cada país se han enfocado en sus propias fortalezas para así aportar distintos beneficios a la cadena ilícita, lo que incluye sembrados de coca, marihuana y amapola, producción de sustancias, traslado a las fronteras, envío a otros países y comercialización. Dice que países como México, Colombia y los que comparten la triple frontera internacional -Argentina, Brasil, Paraguay se han especializado en estos temas, mientras que otros grupos se encargan del negocio en sitios como Europa y Estados Unidos.
El Primer Comando de la Capital, PCC, tiene base en Sao Paulo y cuenta unos 30.000 integrantes.
“Hemos conocido de alianzas para hacer negocios y compartir ganancias. Por ejemplo, en Latinoamérica y, en especial en Colombia, hay presencia de mafias italianas como la Ndrangheta, la Camorra Napolitana, y también, aunque en menor medida, La Cosa Nostra. Esto para comprar el producto aquí, mientras que ellos lo distribuyen en Europa”, añade el experto en seguridad.
Algo similar ocurre con los cárteles de la droga mexicanos, que hacen lo mismo pero para distribuir en los Estados Unidos y Centroamérica.
Ruiz dice que, además de la impunidad, Latinoamérica tiene condiciones que permiten estas alianzas, como un sistema judicial muy precario, falta de una política regional contra el lavado de activos y, además, enormes extensiones de terrenos, topográficamente, de difícil acceso para las autoridades, como pasa en la selva colombiana, por ejemplo, que es en donde están los laboratorios de producción de sustancias ilegales.
“En general, los Estados de esta región son débiles. En Paraguay y Brasil, solo por nombrar algunos, hay zonas muy grandes que las autoridades no pueden ocupar con sus Fuerzas Militares y con su Policía. Igual sucede en Colombia, en regiones de frontera con Ecuador, Perú, Venezuela, Brasil, entonces eso hace fácil que haya tráfico de armas, de químicos, pero también se trafica con fauna silvestre, con minerales, con madera, es una cantidad enorme de criminalidad”, sentencia el experto.
Según las autoridades, el PCC mueve más de US$80 millones al año, por delitos como narcotráfico, robos, secuestros y asaltos a entidades bancarias
A esto se suma la falta de acuerdos interagenciales entre países de América Latina, pues organismos como la Ameripol, que pretende ser la Europol, es decir un centro de cooperación policial pero para este continente, todavía no ha mostrado bien sus dientes. Para Ruiz, uno de los mayores obstáculos para la Ameripol es Venezuela, porque el régimen de Nicolás Maduro tiene intereses creados por sus élites políticas alrededor del narcotráfico, como el llamado Cartel de los Soles, lo que entorpece el desarrollo de alianzas internacionales.
Para el abogado e historiador Alberto Ramos, con el tiempo el crimen se ha ido especializando, lo que significa que no todas las agrupaciones transnacionales cometen la misma clase de delitos y es algo que se ve en la triple frontera, en donde hay tráfico de personas, contrabando, tráfico de vehículos y narcotráfico, entre otros.
“Lo que permite que haya acuerdos es que, aunque algunas organizaciones monopolizan una parte del negocio, no pueden controlar todas las líneas de trabajo, no existe capacidad de absorber a los rivales. Por ejemplo, los que están con la cocaína no se meten en el terreno de los que hacen minería ilegal o con la trata de blancas. Eso permite que se apoyen en clanes y organizaciones más pequeñas, pero sin ingresarlos al organigrama central. Parte de esto se explica por los altos índices de pobreza, que hacen que muchas personas vean una posibilidad económica viable en estas acciones ilícitas y engrosan las filas de las organizaciones internacionales como satélites que cumplen funciones”, explica el experto.
Sin embargo, aclara que eso no se debe confundir con delincuencia común ni con el accionar violento de grupos motivados por intereses políticos, como las guerrillas.
Para el investigador de violencia y conflicto armado, Néstor Rosanía, el hecho de que se haya abierto una ruta de narcotráfico con destino a África, es una de las explicaciones de la organización actual del crimen.
“En América Latina hay dos rutas de la cocaína. Está la que ya se conoce de siempre, que es la que va hacia el norte para el consumo de los norteamericanos y los europeos que sale por Venezuela y la Costa Pacífica, pero hay otra que sale hacia África y por eso nace la conexión de Colombia con los brasileños que manejan las dos grandes organizaciones delictivas de ese país, que son la Familia del Norte y el Primer Comando Capital, que nació en las cárceles por lo que se creyó que sería un movimiento parecido al de las Maras pero finalmente se armó un gran cartel. Ellos tienen el control de la ruta, pero compran la droga en la frontera con Colombia y la administran dentro de su territorio”.
Acá el tema clave es el lavado de activos. Estas bandas están blanqueando enormes ganancias ilegales en todos los países de Sudamérica y eso se debe investigar” Néstor Rosanía.
Rosanía dice que la droga colombiana está siendo enviada, principalmente, a Nueva Guinea y a Nigeria, desde donde se distribuye también hacia Europa, sin embargo, los de Brasil también tienen control en los mercados de Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y el sur de Brasil.
Según los expertos, muchos países sudamericanos no cuentan con los medios para abordar adecuadamente el problema, ya que las tácticas de los grupos criminales están evolucionando más rápido que la capacidad de muchos países para investigarlos. Chile, por ejemplo, carece de fuerzas policiales especializadas, tecnologías policiales innovadoras y programas adecuados de protección de testigos. Todo esto, representa enormes obstáculos para sancionar a los delincuentes.
Según algunas hipótesis, el fiscal Pecci estaba detrás de esas rutas y estaba trabajando en el desmantelamiento de organizaciones transnacionales, no solamente de Paraguay y la triple frontera e, incluso, estaba buscando pruebas de la influencia de grupos como Hezbolla, que se ha enfocado en terrorismo, aunque para los expertos, los tentáculos de esa organización están más cerca a Venezuela que a otros países del continente y ellos no tienen mucho interés en meterse de lleno en el negocio de las drogas.
El caso del fiscal Marcelo Pecci
*Marcelo Pecci fue asesinado en Barú, Cartagena, el pasado martes 10 de mayo.
*Según las autoridades, el homicidio se habría ordenado y planeado por el Primer Comando de la Capital (PCC), uno de los mayores grupos delictivos de Brasil.
*Por el momento solo hay capturas en Colombia, en donde cinco personas fueron arrestadas, de las cuales cuatro aceptaron que participaron del crimen y otro, llamado Francisco Luis Correa, quiere firmar un acuerdo con la Fiscalía y habría sido el cerebro de la operación en este país.
*Por el asesinato de Pecci se habrían pagado $2000 millones.