Colombia es una potencia mundial en ciclismo y esta pasión no es ajena a miles de ciudadanos que disfrutan con euforia los triunfos de los nuestros a nivel competitivo y que practican este deporte con entusiasmo por las carreteras y montañas del Valle.
Marcela Herrera hace parte de este grupo de aficionados al ciclismo recreativo que quiere seguir esta práctica deportiva. Sin embargo, el mes pasado, a esta joven le robaron su bicicleta en Cali. Y desde ese momento inició una travesía para tratar de recuperarla.
Luego de días de búsqueda en Internet, Marcela por fin halló una ‘bici’ con las mismas características a la que le robaron a través de la plataforma OLX: una bicicleta talla S, color negro combinado con verde limón, marca ‘Marin’ y rin 26. Pero se percató que esta ya había sido vendida en un precio estimado de $320.000.
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Y para agrandar su desazón, se dio cuenta que esa bicicleta que se ofrecía en el universo digital era la misma que le habían robado en enero en el barrio Colón, suroriente de la ciudad, cuando regresaba de montar con unos amigos en la vía Alfaguara – Jamundí.
Marcela, quien estuvo buscando su vehículo por toda la ciudad, incluso en sitios como ‘El Planchón’ de Santa Elena, entonces, tampoco tuvo la suerte de rescatarla por Internet.
Solo en enero de este año, la Policía de Cali reportó 22 denuncias por hurto de bicicletas en la ciudad. El año pasado, entre el 1 de enero y el 11 de diciembre, el Observatorio de Seguridad de la Alcaldía registró 377 robos de estos vehículos en la capital del Valle.
Además, según estadísticas de la Policía Nacional, el año pasado en Colombia, en promedio, se robaron por día 25 bicicletas.
Fallas en la ruta de denuncia
Ciclistas como Marcela cuestionan el procedimiento y formato para denunciar el hurto de una bicicleta y el incumplimiento en los tiempos para ser notificada sobre la denuncia.
Además, puntualizó que las cifras que se conocen sobre estos robos la decepcionan porque le hacen pensar que son solo indicadores, “uno es solamente una estadística más para la Policía, pero no con el afán de buscar la bicicleta, solamente de llevar un registro, sin el interés real de hacer justicia atrapando a los ladrones”.
Marcela hace parte de un sin número de ciudadanos que prácticamente les ha tocado asumir el papel de ‘Sherlock Holmes’ para dedicar todas sus habilidades en la búsqueda de lo que les fue robado y así tras una exhaustiva indagación, al menos saber quién los robó o, si cuentan con más fortuna, conocer cuál fue el paradero del objeto hurtado. Marcela y algunos ciclistas coinciden en que “las investigaciones de las autoridades son poco efectivas”.
Proyecto de ley
En septiembre de 2018, el partido político Mira radicó en el Congreso de la República la ley que busca proteger a los bici-usuarios. La ley llevará el nombre de ‘Dairo García’, en conmemoración a un joven de 33 años, quien fue asesinado en Bogotá por robarle su bicicleta.
De acuerdo con la congresista Irma Luz Herrera, del partido ponente de este proyecto, “es necesario tener claro que existe un subregistro sobre el robo de bicicletas en el país y hay carencia de estadísticas consolidadas a nivel nacional”, para lo cual se propone, “crear el Registro Único Nacional de Bicicletas (Runb), de tal manera que sea la herramienta más propicia para contrarrestar el hurto de bicicletas y partes de estas. Los establecimientos estarán obligados a llevar a cabo la validación de los datos suministrados por lo usuarios, y dado el caso de que se presente una inconsistencia y esta no sea reportada por dicho local, este será sancionado administrativamente sin perjuicio, claro está, de las investigaciones penales a que haya lugar”.
Y aseguró que “se quiere que entidades como la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación adopten un portal de denuncias y una aplicación que logre facilitar, agilizar y priorizar la recepción de denuncias sobre el hurto de bicicletas, además de hacer que las sanciones de las personas ya sean naturales como jurídicas sean sanciones administrativas sin perjuicio, claro está, de las investigaciones penales, pero que estas últimas logren los agravantes punitivos a que haya lugar”.
Dijo, además, que se espera que esta ley sea una realidad y salga aprobada antes del 20 de julio de este año.
Aunque desde el 2018 para acá, cuando se planteó esta iniciativa para crear un Runb en el Congreso de la República, el proyecto aún sigue en estudio. Y mientras tanto, la lista de robos se sigue engrosando y la falta de regulación para pintarlas y comercializarlas sigue disparando el mercado negro de las bicicletas robadas, porque aún no hay nada concreto que permita identificar y controlar cuántas bicicletas hay en el país, dónde están y quiénes son sus dueños, lo que desvanece la posibilidad de realizar su marcación obligatoria, siguiendo sin frenos la cadena criminal del hurto de bicicletas.
El 12 de febrero fue enviado el proyecto a la Comisión Sexta del Senado, a la espera de asignarle ponentes y que pueda ser discutido en primer debate.
La ruta del hurto
Estas cifras oficiales son solo un eslabón del negocio de la venta de bicicletas robadas en la capital del Valle y el país.
José Manuel Berrío, líder del grupo ‘Cali en bicicleta’, aseguró que hace tres años el robo de este tipo de vehículos los tenía azotados, pero que en una tarea conjunta con la Policía local en la zona que en ese tiempo identificaron como ‘triángulo dorado del robo’, contemplado entre la Autopista de la Calle 5 a la Carrera 16 y de la Calle 44 a la 80, se logró disminuir el índice de robos.
Sin embargo, aunque se siguen presentando robos sin control en toda la ciudad y “donde puede ser víctima cualquier ciclista”, para Berrío el problema está en que el robo persiste y no tendrá cambios dado que “no tienen ningún instrumento de identificación. Entonces, a usted le roban la bicicleta y si el ladrón voltea la esquina, él acaba de ‘coronar’ porque ¿cómo hace usted para comprobar que esa bicicleta es suya?”, acotó.
Por lo general, ante las autoridades la denuncia de los ciclistas por este tipo de robo se registra describiendo el color y el rin de este transporte alternativo, pero Berrío precisa que es información muy general y plantea el interrogante: ¿qué pasa si a esa bicicleta la pintan y le cambian los rines?
Así las cosas, el preciado ‘caballito de acero’ de las víctimas de este delito muchas veces pareciera que se perdió completamente del mapa, situación que ha generado entre gremios de ciclistas inconformidad ante la falta de compromiso para implementar un Registro Único de Bicicletas a nivel nacional y la regulación de los establecimientos donde cambian las características de las bicicletas.
Maquillando el robo
El País contactó dos talleres de bicicletas ubicados en el centro de la ciudad de Cali y corroboró que para pintar una ‘cicla’ y cambiar sus características no solicitan factura de compra con la referencia de su bicicleta, solo se necesita el dinero para pagar y el vehículo en cuestión para modificar su apariencia.
Pintar una todoterreno a máximo dos colores y con mantenimiento general aproximadamente cuesta $120.000, dependiendo de la talla y el material de la bicicleta.