Por: Anderson Zapata R. / Editor de Orden
“Si los tuviera aquí en frente les diría: papá y mamá, por fin pudimos tener el terreno y la finca que perdimos por culpa de la violencia y que pensamos que nunca más la íbamos a volver a tener”, son las palabras de Gustavo Alfonso Reina, integrante de una de las dos familias a las que en días pasados la Unidad de Restitución de Tierras les entregó dos lotes en Calima Darién.
“Tengo mucha alegría de ver que por fin podemos tener el terreno que tanto esperábamos desde hace varios años y, poder ver que es una realidad, es algo que nos llena de satisfacción. Esperar valió la pena”, dijo don Gustavo Reina, quien es hermano de María Elsa y de Óscar. A ellos, a sus padres que ya fallecieron y a sus otros 7 hermanos la violencia de los años 90 los obligó a salir, en medio de las balas y el miedo, de la finca que sus padres habían construido en Cisneros, zona rural de Buenaventura, Valle.
“Somos 10 hermanos y en nuestra finca estuvimos trabajando. Teníamos buenos sembrados de cacao, café, caña de azúcar, maíz, gallinas, unas vacas y el producto que se producía se iba bajando y se vendía en el pueblo. Vivíamos de eso hasta que llegó el conflicto armado”, relató Óscar Reina, en medio de la nostalgia que le ocasiona recordar esos momentos.
Óscar cuenta que debido a las serpientes, la casa fue construida unos metros arriba del suelo, pero en medio de los enfrentamientos entre el Ejército y los grupos armados que operaban en la zona les tocaba esconderse de las balas debajo de la casa para evitar ser impactados por algún proyectil.
El relato de este hombre continúa: “Cuando yo tenía 12 años estuvimos intentando salir durante tres meses de la casa, pero la intensidad del conflicto no nos dejaba. Eso se volvió una zona roja. Inclusive, hubo un hermano que salió solo de la finca para ir a Cali a trabajar, pero nunca apareció. Nosotros ya lastimosamente perdimos las esperanzas y lo damos por muerto. Tenía solo 24 años”.
Luego de abandonar la finca, la familia Reina debió migrar a Cali y empezar de cero. Lo construido durante años se perdió. “Llegamos a pagar arriendo en una pieza donde vivía mi hermana con un niño pequeño en el barrio Alfonso López. Allá nos metimos todos en una pieza. A los mayores nos tocó colocarnos a trabajar y a los pequeños empezar a estudiar. Pagamos arriendo hasta que hubo un lote en Marroquín donde se pudo construir un rancho que se fue pagando a cuotas”, sostuvo Gustavo.
El proceso para que el Gobierno Nacional le restituyera sus tierras no fue fácil e inició en 2007, pero solo fue en 2016 cuando el Estado los llamó para que fueran a reconocer cuál era el terreno que habían perdido en 1991.
“Nos íbamos desanimando porque veía que todo se iba dilatando, pero finalmente hace pocos días nos llamaron para hacernos la entrega presencial de este nuevo terreno de 3.5 hectáreas”, dijo Gustavo.
Doña Consuelo y don Pedro son la otra familia a la que la Unidad de Restitución de Tierras les entregó un terreno la semana pasada. Ellos también fueron desplazados y por años esperaron que el Gobierno les regresara lo que la violencia les quitó.
“Tengo mucha alegría y nostalgia porque mi hermana también se encontraba en este proceso y estábamos entusiasmados esperando, pero ella no alcanzó a conocer esta buena noticia porque falleció. Mi hermanita había sembrado una gran cantidad de arbolitos para traerlos acá el día que nos entregaran el terreno, pero un día antes de que nos llamaran a darnos la buena noticia sobre la entrega de este predio, ella murió. Eso es muy duro para uno”, contó Consuelo.
“Ojalá que estos procesos no sean tan lentos y que, de ahora en adelante, todo el sistema gubernamental apoye a las víctimas para que el proceso no sea tan largo, pues muchos de los afectados fallecen y no alcanzan a ver la sustitución”, reclamó doña Consuelo.
A estas dos familias el Estado ahora los debe apoyar con la construcción de una vivienda que cumpla con los requerimientos de habitabilidad de todas las personas a las que les están restaurando sus derechos. Además, con el apoyo y asesoría del Gobierno deben iniciar un proyecto productivo y así poner a producir las tierras.
“La diferencia es abismal en comparación a la finca que teníamos. Este nuevo lugar es mucho mejor, se encuentra cerca a la carretera y no es como nuestra finca a la que debíamos llegar luego de un viaje de tres horas en mula. Queremos que el Gobierno nos agilice el proyecto productivo. Nos toca organizarnos y conversar muy bien para ver cómo vamos a hacer para estar acá y no dejarle el trabajo a uno solo de nuestros hermanos. Esto es algo de todos”, explicó don Óscar Reina, sin antes hacer un último pedido: “Esperamos que el Estado nos cumpla con totalidad porque sí necesitamos iniciar el proyecto productivo. Yo estoy dispuesto a regresar al campo porque a mí sí me gusta”.
Para Luis Gabriel Rodríguez, director Territorial de la Unidad de Restitución de Tierras para el Valle y el Eje Cafetero, entregar estos predios es una satisfacción inmensa porque “estamos restituyendo la tierra a la gente que alguna vez fue desplazada y despojada de sus territorios. Esto es lograr que la política de restitución se vuelva una realidad”.
Luis Gabriel Rodríguez explicó que los predios entregados hacían parte de procesos de extinción de dominio. “Estos terrenos, que antes estaban destinados para actividades ilegales y que hace un tiempo ya eran del Estado, hoy se le entregan a los beneficiarios de la política de restitución y eso es muy importante decirlo”.
“Les entregamos sus tierras en otro municipio porque parte de la política de restitución es no revictimizar a las personas, yo no les puedo entregar unas tierras en las que ellos van a tener que volver a dejarlas por culpa del conflicto armado. Lo que nos interesa es restituir, devolver y reconocer derechos, es decirle a ellos que pueden volver en paz, tener proyectos productivos con vocación campesina y oportunidades de vivienda. Lo que queremos es que estas personas tengan una calidad de vida mucho mejor de la que tenían antes”, dijo Rodríguez.