Con más de una semana transcurrida del asesinato de Viviana Lizeth Guzmán Ordoñez, su hermano Jorge todavía insiste en la costumbre de esos familiares que experimentan un sentimiento de irrealidad con la muerte de un ser querido: salir a dar un corto paseo por fuera de su casa en Cartago, Valle, con el único propósito de que, al regresar, encuentre a esa joven de 31 años, bien sea ocupada en sus estudios de posgrado, bien sea jugando con su hija de 4 años o bien sea en su cuarto, ese cuarto en el que su hermana cambiaba el orden de los muebles todos los sábados sin excepción alguna.
Pero en vez de la figura de Lizeth, Jorge descubre que la casa, pese a que es habitada por otros dos hermanos suyos, también la ocupa un extraño vacío. En frente de esa vivienda del barrio Argos, hacia las 11:00 de la noche del pasado jueves 13 de febrero, la joven fue asesinada con arma de fuego, según familiares, por su expareja sentimental y padre de su hija, Marvin Andrés Echeverry Ciro, por quien cursa al día de hoy una recompensa de $20 millones por información que permita dar con su paradero.
Aún sin asimilar lo ocurrido, la cabeza de Jorge reproduce imágenes del ‘qué hubiera sido’: “Para dentro de unas semanas, quizá hubiese retomado el gimnasio y comprado una bicicleta para que paseáramos los dos juntos por el municipio. Para dentro de tres meses, en junio, ya estaría graduándose de la especialización en Derecho del Trabajo de la Universidad Libre de Pereira. Para un poco más adelante, es muy posible que contara con un trabajo de mejor sueldo, diferente al de ser abogada de la IPS Municipal de Cartago. Y para mucho después, tal vez tuviese una casa propia en donde viviera junto con su hija Laura Sofía”.
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La descripción de Jorge a propósito de su hermana parece girar a veces sobre un evento de gran importancia llamado almuerzo, dado que ese era el momento del día que sobrevenía inmediatamente después de la misa del domingo a la que siempre asistía Lizeth, la ocasión de encuentro familiar que Jorge temía perder una vez su hermana su mudara a una casa propia y la escena en la que la joven de 31 años a veces no podía estar presente por su trabajo, por lo que la pequeña Laura Sofía le reclamaba, medio en broma, con un: “mamá, tu ya no me quieres”.
Esas palabras que estuvieron dotadas en ese entonces de ternura suelen tender últimamente hacia expresiones lúgubres pero no menos pueriles. “Las primitas de la Laura Sofía han sido un apoyo fundamental para ella -cuenta Jorge-, porque a veces dice que quiere que la entierren junto con la mamá para irse al cielo y deje de hacerle falta”.
El antes, durante y después
Durante cuatro años, los hermanos de Lizeth siempre se preguntaron por qué ella no volvió a tener una relación de noviazgo diferente a la que sostuvo con Marvin Andrés, con quien ya había cortado todo lazo sentimental. Solo una semana antes de ser asesinada, las razones terminaron por aclararse. Los dos pretendientes que la mujer había tenido en 2016 y 2017 no tardaron en borrar todo cortejo a poco más de un mes de iniciarlo, al parecer, por amenazas de muerte que Marvin Andrés le hizo a ambos, según afirma Jorge.
Pero el posible temor de represalias por parte de ese exagente de la Sijín de la Policía Cartago y actual funcionario de la Fiscalía en el municipio de La Unión no evitaron la llegada de un tercer hombre: Cristian Stiven Giraldo, de 26 años.
“Mi hermana estuvo con él los últimos dos meses, tiempo en el que despertó el enojo de Marvin Andrés, quien trató de convencerla de que regresaran, a lo que ella se negó. Y es que el pasado domingo 9 de febrero, a eso de las 7:30 de la noche, vino a la casa para amenazar a Lizeth; se mandó tres veces la mano a la cintura, en donde cargaba su arma (que tenía salvoconducto) y luego se fue. El martes la llamó y le pidió perdón, asegurándole que no le haría nada a ella ni a Cristian. Con esa llamada que duró media hora, logró suavizar por completo el miedo de mi hermana”, recuerda Jorge.
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Dos días más tarde, el jueves 13 de febrero, Lizeth fue asesinada, y su novio Cristian Stiven, herido de gravedad. Según testigos, Marvin Andrés llegó a la casa en la que vivía la abogada y luego de bajarse de la moto, descargó un cartucho completo contra la pareja. Solo cuando apuntó contra el padre de Lizeth y descubrió que las balas se le habían agotado, se dio a la fuga.
Jorge, quien estaba a tres cuadras, lo vio pasar a su lado. No le importó. Él quería llegar a tiempo a casa, “con la esperanza de que solo estuvieran heridos”. Lizeth, desmayada hace pocos segundos, murió más tarde en el hospital. Cristian Stiven, en cambio, dejó de tener sensibilidad en tres dedos de su mano derecha a raíz de que los proyectiles le atravesaron la palma; hoy cruza por una lenta recuperación.
La familia de Lizeth se daría cuenta más tarde, por intermedio de otra pareja que Marvin Andrés tuvo en el pasado, que el funcionario de la Fiscalía ya tendría preparada hace dos o tres semanas una maleta de viaje en su casa del barrio Limonar de Cartago, además de pasaporte y visa americana.
Mientras las investigaciones avanzan, Jorge aún no supera el hábito de salir y regresar a la casa con el ánimo de encontrar a su hermana o al menos... un poco de ella. Según el calendario, hoy es sábado 22 de febrero, es decir, el segundo sábado en el que la habitación de Lizeth no tiene a nadie quien se atreva a cambiar la ubicación de su cama con funda de figurines rosados de la Torre Eiffel, de sus peluches tan grandes como bebés de seis meses, de que a esa habitación abandonada le den un nuevo sentido de orden, como la abogada acostumbraba a hacer todos esos días.
Rechazo
El miércoles 19 de febrero, decenas de personas de Cartago participaron de una marcha para rechazar el asesinato de Viviana Lizeth Gómez Ordoñez.
El recorrido inició a las 5:00 de la tarde en el CAI, conocido como La Isleta, y fue organizado por la Gestora Social del Municipio, el Concejo y el alcalde Víctor Álvarez.
Este último anunció en el evento una recompensa de 20 millones de pesos que ayudará a las autoridades a dar con la ubicación actual de Marvin Andrés Echeverry, principal sospechoso del asesinato.
La Fiscalía investiga el caso como un homicidio, pero la Gobernación del Valle está a la espera de que sea tipificado como un feminicidio. Con este hecho, ya son tres asesinatos a mujeres en lo corrido de febrero en el departamento.