En Colombia, más de nueve millones de personas son víctimas directas del conflicto armado y, de ellas, 650.699 son del Valle del Cauca, el segundo departamento más perjudicado del país, solo por detrás de Antioquia, que ha puesto casi un millón quinientas mil. Un panorama desolador resultado de más de seis décadas de una guerra que, para los afectados, parece no tener fin.
Por ello este martes, como cada 9 de abril, se conmemoró el Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, en reconocimiento de todos los colombianos que, a pesar de la crueldad de la violencia, luchan para reconstruir su proyecto de vida individual, familiar y comunitario.
Esta fecha nació con la Ley 1448 de 2011, con el objetivo de buscar el reconocimiento de la sociedad hacia quienes han sufrido y resistido todo tipo de hechos victimizantes.
De acuerdo con Rosiris Angulo, directora territorial de la Unidad para las Víctimas en Valle del Cauca, abril es un mes para “recordar que hay nueve millones de historias para no repetir, pero reconocemos también su poder transformador. Esta memoria colectiva nos debe llevar a lograr una garantía de no repetición, que estos hechos dolorosos, tristes y angustiantes no se vuelvan a repetir. Recordar es volver a pasar por el corazón”.
Según la Unidad para las Víctimas, Cali concentra el 34 % de los afectados por el conflicto armado en el departamento, es decir, 221.238 personas, seguido por Buenaventura, con el 30 % de los perjudicados, 195.210 vallecaucanos.
Por otra parte, los municipios de Tuluá, con 32.535 damnificados por el conflicto (5 %), y Palmira, con 23.425 (3,6 %), también fueron fuertemente golpeados por este flagelo.
De víctimas a sobrevivientes
Gladys del Socorro Sánchez es una de las 350.076 mujeres que han sufrido hechos victimizantes en el Valle. Una mañana de enero de 2002 resultó herida en medio de una explosión en Alto Miranda, en el municipio de El Dovio, en el norte del departamento, que durante horas se había convertido en un campo de batalla entre el Ejército y hombres de los ‘Machos’ y los ‘Rastrojos’, dos bandas criminales que delinquían en esta región del país.
Producto de ese hecho, Gladys perdió la audición por el oído izquierdo, y durante años, sufrió de dolores de cabeza que no la dejaban dormir. Sin recursos económicos para un tratamiento médico adecuado, la mujer tuvo que arreglárselas para poder realizar sus actividades cotidianas como hablar por teléfono o sostener una conversación, que día tras día eran misiones imposibles.
Huyendo de la violencia llegó al municipio de Versalles, también en el Valle del Cauca, luego de que el comandante de uno de los grupos ilegales en el Cañón de las Garrapatas, en el El Dovio, le dijera que su hija estaba crecidita y ya podía perfectamente cargar un fusil. Para evitar el reclutamiento de la adolescente dejó atrás su casa, el ganado y las gallinas, que eran su medio de subsistencia, para trabajar en lo que le saliera, pero lejos de la guerra.
Y es que como ella, nueve de cada diez personas que padecieron el conflicto armado en el departamento han sufrido desplazamiento forzado. “Las cifras indican que cerca del 91% del universo de víctimas han sufrido desplazamiento, un hecho victimizante que acompaña otros hechos como el homicidio de un familiar, un delito contra la integridad sexual, amenazas, entre otros”, explicaron a este medio de comunicación desde la Unidad para las Víctimas.
Tras 22 años de lucha, el 10 febrero de 2024 Gladys pudo financiar, gracias a una indemnización de reparación individual, un implante cloquear que le devolvió la escucha.
“Cuando me di cuenta de que me había llegado la indemnización, no lo dudé”, afirmó la mujer, pues además del implante, tiene otras necesidades médicas. “En este caso la palabra reparación aplica tal cual: nada más importante que repararme a mí en mi salud tan afectada”, añadió.
En el Valle el Cauca han sido entregadas 86.754 indemnizaciones históricamente, las cuales se traducen en 672.052 millones de pesos, con los cuales se busca aportar a la reconstrucción de los proyectos de vida de las personas, truncados por causa de la guerra en la región.
Según la Unidad para las Víctimas, además de la reparación económica, existen cuatro medidas más: garantías de no repetición, satisfacción, restitución y rehabilitación, las cuales también buscan atender las necesidades de los ciudadanos y contribuir a su desarrollo.
Cabe mencionar que este martes se llevó a cabo un acto simbólico y cultural en la Biblioteca Departamental de Cali para conmemorar a los más de seiscientas mil afectados por el conflicto en el Valle del Cauca.
“En esta fecha también reconocemos ese poder transformador de las víctimas del conflicto, su compromiso con la construcción de paz y de una sociedad más justa, igualitaria y fraterna. Eso es lo que nos anima cada día como Unidad para las Víctimas en nuestra misión”, concluyó Rosiris Angulo.