En el mundo de las mascotas, el moquillo es una enfermedad temida y peligrosa que afecta principalmente a los perros y gatos. También conocido como distemper, esta enfermedad viral altamente contagiosa puede tener consecuencias devastadoras para los queridos compañeros de cuatro patas.

El moquillo afecta principalmente al sistema respiratorio, gastrointestinal y nervioso de estos animales y es causada por el virus del moquillo canino (CDV, por sus siglas en inglés), que pertenece a la familia Paramyxoviridae.

El moquillo puede traer graves conscuencias si no se detecta a tiempo. | Foto: Idpyba

Este virus se transmite de un animal a otro a través de contacto directo con fluidos corporales infectados, como la saliva o las secreciones nasales.

Una de las causas más comunes de la propagación del moquillo es la falta de vacunación adecuada. Los perros y gatos en sus primeras etapas de vida son especialmente susceptibles a esta enfermedad, ya que su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado, además aquellos mayores no vacunados que entran en contacto con animales infectados corren un alto riesgo de contraer el virus y de que sus consecuencias en el organismo sean más graves.

Los síntomas del moquillo varían en su gravedad y pueden afectar a diferentes sistemas del cuerpo. Adicionalmente, sus efectos pueden ser más graves conforme pase el tiempo sin un tratamiento adecuado, de allí la importancia de conocer sus síntomas e identificarlos a tiempo.

  • Síntomas respiratorios: el moquillo afecta el sistema respiratorio y puede causar síntomas como tos, estornudos, secreción nasal (que puede ser clara al principio y volverse más espesa y de color amarillo o verdoso), congestión nasal y dificultad para respirar.
  • Síntomas gastrointestinales: la infección puede afectar el sistema gastrointestinal, causando síntomas como pérdida de apetito, vómitos, diarrea (que puede contener sangre), dolor abdominal y deshidratación.
Es importante prestar atención a los síntomas del moquillo en perros y gatos.
  • Síntomas oculares: los ojos de las mascotas pueden verse afectados, presentando enrojecimiento, inflamación, secreción ocular y conjuntivitis.
  • Síntomas neurológicos: en casos más graves, el moquillo puede atacar el sistema nervioso central, lo que puede llevar a que perros o gatos tengan convulsiones, temblores musculares, espasmos, falta de coordinación, debilidad, parálisis parcial o completa y cambios de comportamiento.
  • Síntomas cutáneos: algunos animales pueden desarrollar erupciones cutáneas, úlceras en la piel o costras.

Aunque es importante reconocer la enfermedad y sus características, resulta aún más crucial la prevención; esta es una de las mejores estrategias de protección para estos animales. Por ello, la vacunación temprana y regular es una de las acciones más recomendada.

Los cachorros y gatitos deben recibir una serie de vacunas durante sus primeras semanas de vida, seguidas de refuerzos periódicos según las recomendaciones del veterinario. También es importante evitar el contacto con animales infectados y mantenerlos lejos de áreas donde la enfermedad es más común.

Igualmente, si hay sospechas acerca de que la mascota pudo haber contraído el moquillo es fundamental buscar atención veterinaria inmediata. El diagnóstico de la enfermedad se realiza mediante pruebas de laboratorio que detectan la presencia del virus en el organismo.

La saliva y el fluido nasal pueden dar indicios de la aparición del moquillo en mascotas. | Foto: GettyImages

Si se confirma la infección, el tratamiento se centrará en aliviar los síntomas y controlar las complicaciones secundarias. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no existe una cura específica para el moquillo, y el pronóstico puede ser reservado en casos más graves.

Tras recibir la atención profesional y en caso de llevarse la mascota al hogar, debe tenerse en cuenta la importancia de cuidados como una adecuada alimentación e hidratación. El moquillo puede causar deshidratación debido a la pérdida de apetito, vómitos y diarrea. Si el perro o el gato no está bebiendo lo suficiente, es posible que necesiten líquidos por vía intravenosa.

En cuanto a la alimentación esta es necesaria para mantener su fuerza y promover la recuperación. El veterinario puede llegar a recomendar alimentos blandos o fórmulas especiales en caso de ser necesario.