El gobierno de Islandia suspendió la caza de ballenas hasta finales de agosto en nombre del bienestar animal, se anunció el martes, allanando el camino hacia el fin de esta polémica tradición.
Los grupos animalistas y ecologistas aplaudieron la decisión, que la Human Society International calificó de “giro importante en la conservación compasiva de las ballenas”.
“He tomado la decisión de suspender la caza de ballenas” hasta el 31 de agosto, dijo la ministra de Alimentación, Svandis Svavarsdottir, después de que un informe de una comisión gubernamental estableciera que la caza de cetáceos no cumple con las leyes de bienestar animal de Islandia.
Este informe de las autoridades veterinarias subraya que la matanza de los cetáceos toma demasiado tiempo. En los últimos vídeos difundidos por esas autoridades se puso de manifiesto la espantosa agonía de cinco horas de una ballena cazada el año pasado.
“Si el gobierno y los titulares de permisos (de caza) no pueden garantizar los requisitos de bienestar, esta actividad no tiene futuro”, añadió la ministra, dando a entender que esta práctica está llegando a su fin.
La única compañía de caza del país, Hvalur, había anunciado en el pasado que esta temporada sería la última debido a la disminución de la rentabilidad.
La temporada de caza de ballenas en Islandia se extiende desde mediados de junio hasta mediados de septiembre, pero es poco probable que se reanude después del 31 de agosto.
Los barcos de Hvalur permanecerán finalmente atracados en el puerto de Reykyavik.
Las cuotas anuales permiten la caceria de 209 rorcuales comunes -el segundo mamífero marino más largo después de la ballena azul- y 217 rorcuales pequeños.
Pero las capturas fueron mucho más bajas en los últimos años debido a la disminución de la demanda de carne de ballena.
La oposición a esta práctica es ahora mayoritaria entre la población. El 51% de los islandeses se oponen, contra 42% hace cuatro años, según una encuesta realizada por el Instituto Maskina y cuyos resultados se hicieron públicos a principios de junio.
Creciente oposición de la población
“No hay ninguna manera ‘humana’ de matar a una ballena en el mar, y por ello exigimos al ministro que la prohíba permanentemente”, declaró el director de la Humane Society International, Ruud Tombrock, en un comunicado.
“Las ballenas se enfrentan ya a tantas amenazas graves en los océanos a causa de la contaminación, al cambio climático, a quedarse atrapadas en las redes de pesca y a los choques con barcos, que poner fin a la caza comercial de ballenas es la única conclusión ética”, agregó.
Para Robert Read, director de Sea Shepherd UK, la decisión también supone un “duro golpe” para los otros países que la practican. “Si la caza de ballenas no se puede practicar humanamente aquí, no puede practicarse humanamente en ningún lado”, afirmó.
Una líder en formación
En Gibraltar, el pasado 2 de mayo, un yate llamado Bavaria 46 fue embestido por varias orcas. El bote se encontraba navegando cerca de Tánger, cerca de Marruecos.
La orca que comanda a los depredadores es llamada por los investigadores del hecho como Gladis y los científicos aseguran que el comportamiento de este mamífero se debe a que en el pasado el animal fue víctima de pescadores ilegales que pensaban cazarla.
Al parecer, la ballena Gladis quedó “traumatizada” al chocar con un bote y se sospecha que pudo haber estado atrapada por las redes de estos pescadores. Lo más extraño del caso es que este comportamiento está siendo copiado por otras orcas que habitan el lugar, lo que causó varios daños en botes y barcos que frecuentan estas costas.
En noviembre de 2022, un bote en las costas de Portugal también fue atacado por el grupo de ballenas. Esta vez el barco llevaba tripulación francesa a bordo y fue hundido por las grietas que las orcas causaron en el casco.