Pocos lo saben, pero en Colombia los recicladores nos subsidian. Hay países como Alemania que les brindan a sus ciudadanos la opción de no hacer el trabajo ‘sucio’ de separar sus basuras, pero si así lo deciden, deben pagar un impuesto para que alguien más lo haga. En Colombia los recicladores se encargan de ello, y no pagamos nada.
Una buena parte de las botellas plásticas que recogen los 60 mil recicladores que en promedio hay en el país terminan en Apropet, una planta ubicada a media hora del aeropuerto El Dorado de Bogotá dedicada al reciclaje de plástico tipo PET: envases hechos con tereftalato de polietileno. Como los de las gaseosas. O las botellas con agua.
Solamente desde el Valle del Cauca llegan 250 toneladas de botellas, compactadas y transportadas en filas de camiones.
Lea además: En la Cumbre de Acción Climática de la ONU piden actos urgentes por crisis ambiental
Es martes, en la mañana, en Bogotá hace el calor como para no tener que usar chaqueta – hay bogotanos que aseguran que la ciudad está cada vez más caliente – y en los patios de la planta hay apiladas montones de pacas con millones de envases compactados como láminas. Las pacas ocupan el ancho y el alto de una extensa pared, pero en realidad aquello que parece tanto es bastante poco: en Colombia apenas se recicla entre el 25% y el 30% del total de los envases plásticos que cada mes se ponen en el mercado.
La planta incluso tiene una demanda para transformar al año 49 mil toneladas de envases en resina reciclada – de la resina hacen de nuevo las botellas- pero apenas puede ofrecer 31.200 toneladas. Es lo que se recicla promedio.
Apropet quizá es la única empresa de Colombia que no se preocupa por vender sino por comprar su materia prima en un país donde poco reciclamos. Las razones para no hacerlo son múltiples. Para empezar aún no se ha consolidado la cultura del reciclaje. Por lo regular echamos todo a una misma bolsa. La cascara de banano y el ripio del café lo depositamos junto con el papel, el cartón, el plástico, desperdiciando la oportunidad de reutilizarlos.
El Estado, además, le paga a los operadores que recogen la basura según el volumen. Entre más volumen, mejor. A algunos operadores, entonces, no les interesa separar la basura, sino todo lo contrario: juntarla. Tampoco hay una política pública de reciclaje.
Cada alcalde recoge la basura y la dispone según le parezca. Esa desarticulación hace que reciclar sea cada vez más difícil. Y encima sucede algo curioso. John Henry Villamizar, el gerente de Apropet, comenta que sus clientes – Postobón, Coca-Cola – aún no se animan a comunicar que parte de sus envases son hechos con resina reciclada.
A diferencia de lo que sucede en Argentina, donde empresas de bebidas como el agua Villavicencio hacen comerciales de televisión para decir que parte de sus botellas son fabricadas con material reciclado – un gancho para que el comprador los elija – en Colombia hay temor de contar aquello por el desconocimiento que hay sobre el tema.
"Todavía muchos piensan que reciclar una botella es lavarla, lo que por supuesto no es cierto. Las botellas se muelen y se funden para hacerles de nuevo", dice Jhon Henrry, un administrador de empresas con amplio conocimiento en la industria de las bebidas – trabajó en Postobón - quien inicia un recorrido por la planta para mostrar cómo una botella que estuvo en la basura, se recicla para crear una nueva.
Las botellas, una vez separadas por colores, pasan por un montón de máquinas. Unas máquinas lavan las botellas, otras les quitan las etiquetas, otras las muelen, otras secan lo que queda.
Visto desde las alturas, el interior de Apropet se asemeja a una gran cocina con ollas gigantes y humeantes. Todo consiste en fundir los envases, convertirlos en resina reciclada, y con ese material hacer el proceso de inyección para hacer envases nuevos.
"Cuál es la bondad de eso? La resina virgen, con la que hacen las botellas, proviene de recursos no renovables, derivados del petróleo, lo que genera contaminación y grandes emisiones. Pero en la medida en que eso se haga una vez y después se recicle, no tendríamos que utilizar más derivados del petróleo. El Pet, que es una división de los plásticos, tiene una particularidad: se puede reciclar todas las veces que se quiera. Una botella se puede volver a hacer y volver hacer y volver a hacer. No necesitaríamos utilizar más resina virgen si hiciéramos la tarea bien hecha y si el país reciclara cada botella. El plástico como tal no es el problema del planeta. El problema es la disposición del mismo una vez lo desechamos", dice Jhon Henry el gerente de Apropet, y enseguida revisa su celular para agregar otro dato:
En un mundo cada vez más caliente, donde se le exige a los países reducir las emisiones de gas carbónico, hacer botellas recicladas representa tres veces menos de emisiones que hacerlas con resina virgen; 15 veces menos de emisiones que el vidirio reciclado; 23 veces menos de emisiones que el vidrio virgen.
A nivel global, de hecho, se viene promoviendo una serie de reglamentaciones para reducir las emisiones, el uso del plástico, o reciclarlo. Los plásticos de un solo uso, como los pitillos o los palitos que se utilizan para revolver el café, tienden a prohibirse: nadie se encarga de reciclarlos y se demoran décadas en desintegrarse.
El icopor también tiende a prohibirse. Además de contaminar los mares, contiene una sustancia que al parecer puede ser cancerígena tanto para los animales como para los humanos. En Latinoamérica ya existe una regulación para que las empresas de bebidas y en general las que utilizan plástico PET se responsabilicen de reciclarlo. En Perú se exige que el 15% de las botellas se hagan con resina reciclada. Y en Colombia todo empezará legalmente partir del 2021.
Desde ese año – lo ordena la ley 1408 de 2018 - las empresas deberán asegurarse de que el 10% de las botellas que ponen en el mercado se reciclen, y cada año el porcentaje aumentará un 2% hasta llegar al 30% en una década. Incluso deberán asegurarse de reciclar el plástico PET de color ámbar: son las botellas cafés. Como los de envases de Pony Malta. Actualmente cada mes se ponen en el mercado alrededor de 900 toneladas de estos envases que nadie recicla porque nadie los compra.
Los proveedores de las empresas productoras de bebidas que usan estos envases los estarían fabricando de otra manera, con resina virgen que estarían comprando en Ecuador, a un bajo costo, por lo que no demandan resina reciclada, lo que es un gran problema para el país: 900 toneladas de plástico al mes podrían terminar en la basura sin que se aproveche.
"Efectivamente el pet ambar es un producto que se está reciclando muy poco. Sé que la empresa Bavaria ha venido reciclando para algunos usos, no para las botella de sus bebidas, pero definitivamente ese producto no se está comprando en el mercado del reciclaje", dice Daniel Mitchell Restrepo, presidente de Acoplásticos.
En Apropet, mientras tanto, en el casino sus empleados hacen una fila después de almorzar para depositar las botellas en un tarro exclusivo para ello. La cultura del reciclaje debe empezar por casa, dicen.
Lea además: Con 'huelga del clima' jóvenes en el mundo piden acciones frente a la crisis ambiental