Álex Gil, actor y director caleño, rinde homenaje a la memoria de su madre, Adriana Giraldo:

Cada recuerdo, cada objeto de la casa guarda una historia de hace tantos años. Mi papá, Nelson González, se acuerda y se derrumba. Para él ha sido muy duro la muerte de mi mamá. Y mi hermana Ana María ha hecho un despertar muy lindo. Ella fue la niña de mi mamá todo este tiempo y ahora es la niña de mi papá. Se ha convertido en su sostén, entonces hay una relación muy linda de padre e hija que se ha fortalecido y me parece que es algo que vale la pena contar.

Mi mamá sobrevivió a un cáncer de seno hace 16 años. Le hicieron una mastectomía total de uno de sus senos, pero ella lo asumió con mucha entereza y con un gran propósito: ayudó a las personas que también debieron afrontar esa situación. Y ella se supo sobreponer. Tuvo el coraje de no dejarse sentir menos y de mostrarle al mundo que no lo era. Mi mamá: Virgo, analítica, dulce, con un sentido del humor espectacular, que creó grandes amistades y a quien veían como una consejera, como una persona en quien confiar por todas sus virtudes.

El 4 de junio cumplió dos meses de haberse ido. El resultado de su prueba de coronavirus, que llegó después de su muerte, dio positivo. Ni siquiera me dejaron despedirme. Sin embargo, el no haber visto a mi mamá muerta fue importante, porque si a todos se nos va a morir la mamá, es esa imagen la que uno no quiere ver. Prefiero recordarla como una mujer que desde su trabajo y con sus acciones le sumaba a la sociedad. Prefiero recordar esos 20 días conmigo en Argentina; estuvimos en paseos espectaculares, me acompañó a mis grabaciones y fuimos a bailar tango. Prefiero recordar el viaje en crucero para celebrar los 15 años de Ana María y la excursión a la que no fui por verla nacer. Prefiero recordarla haciendo lo que le gustaba y no pensar en eso que quedó pendiente: todo. Vivir.