Los huracanes de gran intensidad suelen ser de categoría 3 o superior en la escala Saffir-Simpson de cinco niveles, fenómenos que, según el NHC, pueden causar daños “devastadores” y “catastróficos”. En el momento del aviso, Idalia se encontraba a unos 600 kilómetros al sur-suroeste de Tampa, Florida, y presentaba vientos máximos sostenidos de 120 kilómetros por hora.