Era junio de 2014. Andrés Felipe González, uno de los mejores centrales del fútbol colombiano, recibió una llamada de su esposa, Alexandra Gómez, que lo cambió todo y que llevó a que, pese a que estaba en la cúspide de su carrera como futbolista, a sus 30 años renunciara al fútbol para estar junto a su esposa, junto a Juan Diego, su primogénito, y junto a Julieta.
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