Ante la inminente llegada del huracán Milton a las costas de Florida, Estados Unidos, miles de residentes se vieron obligados a actuar con rapidez y precaución. La amenaza de destrucción y caos provocada por el fenómeno meteorológico llevó a muchos a reforzar sus hogares y prepararse para lo peor.

Este fue el caso de Pedro Cáceres, un puertorriqueño que ha hecho de Orlando su hogar y que, con la experiencia adquirida durante sus más de 20 años en Puerto Rico, sabía exactamente lo que debía hacer.

Pedro se tomó muy en serio la amenaza de Milton. Consciente de la vulnerabilidad de su residencia, que cuenta con un techo de madera, decidió implementarle un sistema de seguridad robusto. Este hombre utilizó correas de carga, las cuales enterró en su patio con cemento para asegurar el techo de su casa y prevenir cualquier daño potencial. “La experiencia me ha enseñado que la preparación es clave”, comentó Pedro en una entrevista con el periodista Brian Belt de CNN.

Amarró su casa por el paso del huracán | Foto: Capture de pantalla video de CNN

No es la primera vez que Pedro implementa estas medidas. Recordó con claridad cómo, en 2004, también tuvo que “amarrar” su casa ante el embate del huracán Charlie, y esa experiencia le dio la confianza necesaria para actuar nuevamente.

Este hombre se gastó aproximadamente $ 2.000 dólares (más de $ ocho millones de pesos colombianos) en materiales, que incluían cemento y múltiples correas de carga, asegurando cada rincón de su hogar.

Amarró su casa por el paso del huracán | Foto: Capture de pantalla video de CNN

Además de proteger su vivienda, Pedro no olvidó su vehículo. Con un toldo azul improvisado, también buscó resguardarlo de los estragos que podría causar el huracán. Junto a su hija, Raisa, explicaron que los ganchos que utilizó para sujetar la casa están anclados en agujeros de 8 pies de profundidad, rellenados de cemento, lo que garantiza una sujeción firme y resistente. “Las correas pueden soportar miles de libras”, aseguró Pedro, mostrando su confianza en las medidas adoptadas.

Raisa, al igual que su padre, mantuvo una actitud optimista. “Estamos rezando a Dios para que este segundo huracán mantenga nuestra casa, como lo hizo la primera vez”, expresó, reflejando la esperanza y el espíritu resiliente que caracteriza a muchos puertorriqueños ante la adversidad.