Una teoría planteada por el fallecido científico, Stephen Hawking, podría desvelar detalles sobre el fin del mundo. Así lo dio a conocer un grupo de investigadores de la Universidad de Radbound, quienes repasaron lo detallado en la investigación liderada por Hawking en 1974.
El célebre científico fallecido en el 2018 es destacado por aportar, junto a Roger Penrose, teoremas respecto a las singularidades espacio temporales en el marco de la relatividad general, pero además, por su predicción teórica denominada ‘radiación de Hawking’.
Esta última teoría fue nuevamente estudiada por el equipo de astrofísicos conformado por Michael Wondrak, Walter Van Suijlekom y Heino Falcke, quienes explican que de acuerdo con Hawking y otros científicos, el universo se está evaporando gradualmente, por lo que estaría condenado a desaparecer.
Para llegar a la misma conclusión de la ‘radiación de Hawking’, los investigadores usaron modelos matemáticos y observaciones de diferentes regiones del espacio para dar cuenta de algunos objetos dispersos por el universo tenían los indicios planteados en la teoría.
De acuerdo con Excelsior, Stephen Hawking explicaba que: “Los agujeros en el universo no son totalmente negros, sino que emiten una radiación conocida como ‘radiación de Hawking’, lo que afirma que esos espacios desafían la compresión convencional de la física y, por tanto, no son totalmente destructivos, sino que gradualmente se evaporan a lo largo del tiempo”.
Por otro lado, el medio mencionado anteriormente, relevó que esta investigación confirmó que la teoría de Stephen Hawking es verídica, por lo cual, la radiación se encuentra presente en agujeros y otros elementos del universo. Esto, implica que todo el conjunto se está evaporando lentamente hasta acercarse al fin del mundo.
Cabe resaltar que, hasta el momento, el estudio se encuentra en las primeras etapas, por lo que se requerirán de más investigaciones para determinar con más datos y otros hallazgos la teoría.
La niebla apocalíptica que cubrió los cielos de Nueva York
La provincia canadiense de Quebec esperaba con impaciencia la llegada de refuerzos para combatir unos virulentos incendios cuyo humo cubrió Nueva York y otras partes de Estados Unidos de una niebla apocalíptica.
Los devastadores incendios en este país, concentrados ahora en esta provincia francófona, provocaron la evacuación de más de 20.000 personas y en lo que va de año arrasaron casi 3,8 millones de hectáreas.
Con 150 fuegos activos, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, describió esta temporada de incendios como la peor de su historia y advirtió que los recursos “están al límite”.
El humo causado por el fuego alcanzó el noreste de Estados Unidos y se extendió hacia el oeste hasta Chicago y hacia el sur hasta Atlanta, llevando a la Agencia de Protección Ambiental a emitir alertas sobre una zona con más de 100 millones de personas.
La espesa capa tóxica envolvió la Estatua de la Libertad y los rascacielos de la Gran Manzana de un brillo entre naranja y café, retrasó vuelos y forzó el aplazamiento de eventos deportivos.
Las mascarillas, vestigios de la pandemia, aparecieron de nuevo en las calles.
“Huele como si alguien estuviera haciendo una barbacoa”, dijo Nicha Suaittiyanon, una turista tailandesa de 30 años, con los ojos llorosos.
A orillas del río Este, el abogado jubilado Jack Wright explicó que la contaminación le generó “tos todo el día”.
“Dejé de fumar hace 50 años, pero es el tipo de tos que tenía cuando fumaba”, dijo a la AFP.
El alcalde neoyorquino, Eric Adams, recomendó a la población evitar la actividad en el exterior a “las necesidades más absolutas”. “Esto no es el día para entrenar para un maratón”, afirmó.
La empresa IQAir.com, que vigila la calidad del aire alrededor del mundo, dijo que Nueva York registraba el peor nivel de contaminación de todas las ciudades del planeta.