El artista de letras poéticas, Jesús Sixto Díaz Rodríguez, conocido como Sixto Rodríguez, que fue tan famoso en Sudáfrica sin saberlo, murió este miércoles 9 de agosto en horas de la mañana a sus 81 años. Su familia se encargó de comunicar su fallecimiento a través de la página web del músico.
“Con gran tristeza en Sugarman.org anunciamos que Sixto Díaz Rodríguez falleció hoy. Expresamos nuestro más sentido pésame a sus hijas -Sandra, Eva y Regan- y a toda su familia. Rodríguez tenía 81 años. Que su querida alma descanse en paz”, se lee en el comunicado oficial.
Carrera artística de Sixto Rodríguez
Las canciones de este hijo de inmigrantes mexicanos nacido en 1942 calaron hondo y se convirtieron en un bálsamo y en una de las más increíbles carambolas del rock.
Sin conciertos ni promoción alguna, sus discos pasaban de mano en mano, se grababan y regrababan, mientras su imagen se agigantaba. Así, mientras Sixto arreglaba tejados en Detroit, familias enteras de Johannesburgo canturreaban ‘I’ll Slip Away’, se apenaban con ‘Crucify Your Mind’ y estiraban todo lo posible el ‘maaaaan’ de ‘Sugar Man’.
Tan pocas fueron las copias vendidas de ‘Coming From Reality’, su segundo disco, que su discográfica lo despidió y poco después quebraría: lo que lo llevaría a renunciar a su carrera musical. Adiós al sueño de convertirse en una famosa estrella de rock, aunque ya lo era, solo que no lo sabía.
Para cualquier otro, la historia podría haber terminado ahí, pero no para Rodríguez. De hecho, lo intentó de nuevo en 1979 y 1981 con un par de giras por Australia que, a falta de un sello discográfico que lo respaldase, no acabaron de cuajar.
El giro de su carrera llegó a finales de los noventa, cuando una de las hijas de Rodríguez descubrió gracias a Internet que su padre, era una celebridad en la otra punta del planeta. Juego, set y partido para la justicia poética. “
Lo impactante de verdad fue cuando llegué a Sudáfrica en 1998 y toqué para cinco mil personas. Imagínate, nunca lo había hecho antes. Toda esa gente que cantaba mis canciones… Cuando me lo dijeron en Detroit y me mostraron el disco en CD, les pedí uno porque me hacía ilusión. Era un triunfo, pensé que había logrado mi misión”, así lo recordó Rodríguez en una entrevista con un medio de comunicación internacional.
En el documental Searching for sugar man (que hace referencia a la canción Sugar man, “hombre de los caramelos”, es decir, a un camello), escrito y dirigido por el sueco Malik Bendjelloul (fallecido en 2014, al año siguiente del Oscar, con solo 36 años), se cuenta la historia de cómo Rodríguez descubre, tras muchos años, ya sexagenario, que en la lejana Sudáfrica (también en Nueva Zelanda o Australia) es toda una estrella a la que rinden pleitesía decenas de miles de personas que intercambian sus grabaciones durante los setenta y ochenta.
“Es una historia perfecta. Tiene el elemento humano, el aspecto musical, una resurrección y una historia de detectives”, dijo entonces Bendjelloul a The New York Times.
Después de su resurrección, el breve catálogo de Rodríguez se había de pronto revalorizado notablemente y estaba por ver quién iba a rentabilizar esa revalorización. “La mía es solo una historia típica de la pobreza a la riqueza”, bromeaba a The Guardian, “pero mejor así que de la riqueza a la pobreza”.