Este 2 de junio, el Presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, dijo que no aceptará ser candidato presidencial en los próximos meses. El mandatario aseguró que esto lo hace por mantener la democracia en el país.
Desde Carondelet, acompañado de su esposa, tres de sus hijos y el gabinete ministerial, el Mandatario confirmó lo dicho y aseguró que, así las cosas, los ecuatorianos tendrán que decidir entre “democracia o autoritarismo”.
“Lo hago con un profundo amor por la democracia, lo hago por respeto a ustedes los ciudadanos. Cuando decreté la disolución de la Asamblea Nacional dije, y lo repito ahora, es una decisión que me permite devolverle a los ecuatorianos el poder de elegir un nuevo Presidente y una nueva Asamblea”, manifestó Guillermo Lasso.
El líder del país ecuatoriano explicó, en lo que respecta a los planes que planteó su Gobierno para los próximos dos años, que intentará cumplirlo todo en los próximos seis meses, tiempo en el que se dedicará a trabajar “el doble”.
De igual forma, Lasso dijo durante su discurso que este no es el final de su participación en favor de la democracia y que volverá, aunque no especificó cómo ni cuándo.
Cabe recordar que Ecuador se encuentra en esta situación, de afrontar unos nuevos comicios presidenciales tan solo dos años después de la posesión de Lasso, tras el juicio político que el Mandatario enfrentó en el Congreso y que pretendía apartarlo de su cargo por presunta corrupción.
Luego de la primera jornada de ese juicio, el pasado 17 de mayo, Lasso firmó la “muerte cruzada”, un mecanismo con el cual tiene la potestad de disolver el Legislativo.
De esta manera, el Mandatario ordenó “disolver la Asamblea Nacional” alegando una “grave crisis política y conmoción interna” en la nación, según señaló en ese momento un documento difundido por la Presidencia.
Las claves para comprender la crisis política en Ecuador
Antes de que se diera la votación sobre su remoción en el juicio político, el gobernante -acusado de supuesto peculado en contratos para el transporte de petróleo- disolvió la unicameral Asamblea Nacional.
Lasso, de 67 años, puso también así en juego su permanencia en el cargo, al que llegó en mayo de 2021 con una credibilidad del 70 % que dos años después se ubica en 10 %, de acuerdo a la encuestadora privada Perfiles de Opinión.
Frente al desgaste de la derecha, representada por Lasso, analistas estiman que los comicios anticipados serán una gran oportunidad de recuperar terreno para la izquierda.
Sobre todo para el movimiento liderado por el exmandatario Rafael Correa (2007-2017), Revolución Ciudadana, y para el brazo político de los indígenas, Pachakutik, las dos principales fuerzas en el Legislativo, aunque sin ser mayoría.
El correísmo contaba con 49 de los 137 curules y Pachakutik con 24, mientras que el oficialismo lograba apenas una docena.
Si bien, Lasso sí tenía permitido ser nuevamente candidato en las nuevas elecciones, debido a que la Constitución no restringe la reelección por una sola vez en Ecuador, la realidad es que su baja popularidad hacían que esta tarea se viera bastante lejana.
La politóloga Paulina Recalde le manifestó a AFP esto mismo, que Lasso carece de respaldo popular porque “9 de cada 10 ecuatorianos no le cree” y está bajo la acusación de corrupción.
“Estamos en un ciclo prolongado de inestabilidad política y crisis orgánica, en la medida en que son varias crisis las que vivimos”, agregó la politóloga, frente a otros problemas como la inseguridad ligada al narcotráfico, la desconfianza en las instituciones del Estado y los económicos.
Ecuador enfrentó el peor período de inestabilidad democrática de su historia entre 1996 y 2007, en que llegó a tener siete mandatarios, hasta la asunción de Correa.
Tres gobernantes elegidos en las urnas fueron derrocados en medio de revueltas de indígenas y otros sectores, con la intervención del Parlamento de una u otra forma, que por ejemplo declaró la incapacidad mental -sin comprobación médica- para gobernar del populista Abdalá Bucaram en 1997.