Brasil devino este sábado en el segundo país con más de 100.000 muertos por coronavirus, solo detrás de Estados Unidos; una tragedia frente a la cual el presidente Jair Bolsonaro dijo tener la "consciencia tranquila" pese a las críticas.
El país más grande de América Latina, con 212 millones de habitantes, cruzó el sábado otro simbólico umbral al superar los tres millones de contagiados por el nuevo coronavirus, según el último balance del Ministerio de Salud.
Las cifras oficiales de 100.477 muertes y 3.012.412 casos deben ponerse en perspectiva debido a la insuficiencia de pruebas, y a que especialistas estiman que el número total de personas infectadas podría ser hasta seis veces mayor.
El ministerio comunicó 905 nuevos fallecidos en las últimas 24 horas y 49.970 contagios.
El país sudamericano registró 478 muertos por millón de habitantes, un dato parecido al de Estados Unidos (487), pero inferior al de España (609) o Italia (583).
Desde hace varias semanas se han registrado en promedio 1.000 decesos diarias, cuando la pandemia entra en su sexto mes.
El primer caso confirmado de covid-19 fue en Sao Paulo el 26 de febrero, y el primer fallecimiento, el 12 de marzo, en la misma ciudad.
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El umbral de 50.000 muertes se superó cien días después, pero el total se duplicó en la mitad de tiempo.
"Cruel virus"
La tasa de infección se ha acelerado en las últimas semanas en el campo y en las zonas a donde el virus llegó más tarde, en particular en el sur y el centro-oeste del país.
Por otra parte, se estabilizó en estados del sureste como Sao Paulo y Río de Janeiro, los más afectados en cifras absolutas, mientras que está disminuyendo en las regiones septentrionales, donde la situación fue catastrófica en abril y mayo.
La ONG Río de Paz lanzó el sábado 1.000 globos rojos en la playa de Copacabana, en Río, para rendir homenaje a los muertos del Covid-19 con 100 cruces negras plantadas en la arena.
El ex presidente izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva denunció en Twitter "la arrogancia de un presidente que eligió llamar a este cruel virus una gripita, desafiando a la ciencia e incluso a la muerte, y que llevará en su alma la responsabilidad por las miles de vidas perdidas".
"Esta es la guerra más devastadora que ha ocurrido en nuestro país. La guerra del descuido, de la ausencia de política sanitaria, una lección de inhumanidad", dijo Marco Lucchesi, presidente de la Academia Brasileña de Letras.
La pandemia ha dejado al descubierto las desigualdades de Brasil, donde el virus ha causado estragos en las favelas y ha afectado en particular a la población negra.
Tampoco perdonó a los indígenas del Amazonas, incluyendo al gran cacique, Aritana Yawalapiti, que murió esta semana de coronavirus.
"Una palabra de consuelo"
La "crónica de 100.000 muertes anunciadas", decía el sábado una editorial del diario Folha de S. Paulo.
El gobierno ha manejado de manera caótica la pandemia, con la salida de dos ministros de salud en medio de la crisis sanitaria. La cartera estuvo vacante durante casi cuatro meses y el presidente Bolsonaro nombró como ministro interino al general, Eduardo Pazuello.
"No se puede hacer la guerra con los médicos, así como no se puede cuidar la salud con los militares", dijo el exministro de salud Luiz Henrique Mandetta, despedido a mediados de abril después de defender la importancia del confinamiento, que fue rechazada por el jefe de Estado.
Las "100.000 familias (enlutadas por la covid-19) no han recibido la más mínima palabra de consuelo del gobierno", añadió en una entrevista publicada el sábado en el diario O Globo.
Pero Jair Bolsonaro, que el mes pasado contrajo el coronavirus, aseguró el jueves que tenía "la consciencia tranquila" y que su gobierno hizo "lo posible y lo imposible para salvar vidas".
El líder de extrema derecha también llamó "dictadores" a los gobernadores de estados que tomaron medidas de confinamiento, a las que siempre se ha opuesto, en nombre de la preservación de la economía.
La apertura de actividades económicas comenzó en junio en muchos estados, incluso en aquellos en los que la tasa de contaminación seguía siendo alta.
Con tres meses de retraso, el campeonato nacional de fútbol se reanudó el sábado con los partidos a puerta cerrada.