Ya es Navidad en Venezuela: árboles, luces, villancicos. El presidente Nicolás Maduro decretó el adelanto de la festividad tras su reelección hace tres meses, que la oposición insiste fue fraudulenta, mientras apuesta por una erosionada presión internacional para reivindicar su victoria.
¿Quién ganó las elecciones?
La autoridad electoral, acusada por los adversarios políticos de servir al chavismo, proclamó ganador a Maduro para un tercer mandato consecutivo de seis años con 52 % de los votos, sin publicar el escrutinio, como manda la ley. Alega que su sistema fue jaqueado y hoy su sitio web sigue caído.
La oposición liderada por María Corina Machado maneja otros números: 70 % para el candidato opositor Edmundo González Urrutia, y publicó copias de más de 80 % de las actas en una página web, cuya validez desestima el oficialismo. Ella está en la clandestinidad y él, exiliado en España.
“Las actas de escrutinio del Consejo Nacional Electoral son muy claras en cuanto a la tendencia y a quién ganó la elección”, dice Eugenio Martínez, experto electoral, quien agrega: “El CNE anunció boletines diferentes a los que totalizó su sistema”.
La juramentación está marcada para el 10 de enero de 2025 en el Parlamento, bajo control chavista.
Pese a los reclamos de la oposición, “no hay elementos objetivos para creer que es posible revertir la proclamación de Maduro”, indica Giulio Cellini, director de la firma LOG Consultancy.
¿Cómo está la calle?
En silencio. Tras el anuncio de los resultados estallaron protestas que fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad y dejaron 27 muertos -incluidos 2 militares- y 200 heridos.
Más de 2400 personas fueron detenidas, incluidos menores de edad, y acusadas por cargos de “terrorismo”.
“Yo veo esto feo”, dice Magali Acevedo, comerciante de 58 años. “Después de las elecciones se puso mal (...) no hay ventas, no hay nada, la gente está como desanimada”.
Maduro decretó el inicio de la Navidad el 1 de octubre, medida blanco de bromas en redes sociales. “Es una distracción para que la gente no piense en lo que está pasando”, plantea Fabiola Lam, estudiante de 22 años.
El Gobierno del vecino país celebra que “triunfó la paz”, aunque el miedo a arrestos es palpable, con muchos evitando hablar de política o haciéndolo con susurros.
La oposición ha dejado de llamar a las calles, tras una mermada convocatoria, y el Mandatario chavista cuenta con el respaldo de la Fuerza Armada, que le ha jurado “lealtad absoluta”.
¿Y la presión internacional?
Limitada, si bien EE.UU., la Unión Europea y varios países de América Latina desconocen la reelección de Maduro.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aliado histórico del chavismo, bloqueó el ingreso de Venezuela a los Brics (foro de países emergentes) porque se “rompió la confianza” al no presentar un escrutinio transparente, según el excanciller Celso Amorim.
Brasil y Colombia encabezaron esfuerzos por una salida negociada a la crisis poselectoral, sin frutos.
En EE. UU., la candidata demócrata Kamala Harris descartó usar, de llegar a la Casa Blanca, la fuerza militar para forzar la salida del Mandatario chavista y adelantó que mantendría la política de sanciones: La voluntad de la gente debe ser respetada”, dijo.
“Maduro sabe que habrá varios países occidentales que tomarán medidas diplomáticas en respuesta a su juramentación, pero piensa que esa presión y aislamiento internacional lo puede volver a sortear”, dice Mariano de Alba, experto en derecho internacional.
En 2019, tras el desconocimiento de su primera reelección, fue blanco de una batería de sanciones en una estrategia de “máxima presión” que buscó sin éxito la caída del chavismo, incluido un embargo petrolero estadounidense. Donald Trump, candidato republicano, era entonces presidente.
El contexto energético es distinto por las guerras en Ucrania y Medio Oriente, y Washington ha relajado esa política con licencias a grandes petroleras para operar en el vecino país. “Esa máxima presión hoy no existe y ya en su momento no funcionó”, destaca Cellini: Habrá que esperar”.