La guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamás ha dejado por lo menos 1.300 muertos del lado israelí y 1.500 en la Franja de Gaza, el enclave palestino gobernado por el movimiento islamista. Cientos de extranjeros, algunos de ellos colombianos, también padecen las inclemencias de este sangriento conflicto.
Rebeca González es la esposa de Elkaná Bohbot, uno de los hombres que fue tomado como rehén por Hamás el pasado sábado, 7 de octubre, en ‘Tribe of Nova’, en el desierto de Negev, una región del sur de Israel muy cerca de la frontera con la Franja de Gaza.
“Tienes que venir ya. Él me dijo sí, ya voy, estoy ayudando a las personas a salir porque él estaba trabajando en la fiesta”, contó la colombiana entre lágrimas. “Siempre ha sido una persona buena, siempre ha sido de ayudar, él sintió como esa responsabilidad y decidió quedarse”, agregó Rebecca, en diálogo con Noticias Caracol.
La connacional mantiene la esperanza de que su esposo sea liberado, pues Hamás publicó en redes sociales una prueba de supervivencia, en la que aparece su pareja en el suelo, amarrado junto a otros rehenes. “A esas personas que tienen a mi esposo, libérenlo. Denle la oportunidad de ver crecer a su hijo, criarlo, cuidarlo”, clamó la mujer.
“¿Qué va a pasar? Si van a sacarlo de Gaza, si van a haber unas negociaciones con este grupo de terroristas... Estamos enfrentándonos al terror, a asesinos que entraron a sacar a personas y a quemar familias. Es inhumano llevarse a ancianos, llevarse a bebés, llevarse civiles. El país está de rodillas. Todo está cerrado. Todos estamos con ese sentimiento de no saber nada. Lo que estamos viviendo en Israel es desgarrador”, dijo Rebeca, en medio de su angustioso relato.
Atroz masacre
Al amanecer del sábado, 7 de octubre, los jóvenes seguían bailando cuando de repente la música tecno se detuvo. Alrededor de las 06:30 a.m. y a lo lejos, se escucharon ruidos sordos. “Chicos, alerta roja, reagrúpense”, advirtió la megafonía.
Chispas seguidas de explosiones invadieron el anaranjado cielo. La Cúpula de Hierro, el sistema de defensa antiaérea de Israel, interceptó los primeros cohetes lanzados por el grupo islamista Hamás desde Gaza.
En ese momento, “todavía reíamos y no nos tomábamos la situación en serio”, explica a AFP Efraim Mordejayev, un soldado de 23 años que estaba de fiesta ese fin de semana, coincidiendo con el final de la festividad judía de Sucot.
“Estamos acostumbrados a los cohetes” lanzados desde el enclave, dice. La Franja de Gaza, territorio empobrecido donde viven hacinadas 2,3 millones de personas, está sometida a un bloqueo israelí desde que Hamás se hizo con todo el control en 2007.
El joven y sus amigos empezaron a dispersarse con tranquilidad, pero enseguida se dieron cuenta de que nada es como siempre. El peligro no viene solo del cielo, sino que irrumpen hombres armados, algunos en parapentes motorizados, otros en motocicletas o camionetas. “Cuando vimos a los terroristas, el pánico se desató”, recuerda.
Empieza entonces una persecución. Los asaltantes abaten metódicamente a quienes se cruzan en su camino, indiscriminadamente. Los agentes de seguridad y policías presentes se ven rápidamente desbordados y son también blanco de los ataques.
Todo el mundo corre para salvar su vida: algunos hacia los campos que rodean el lugar, otros intentan llegar a su vehículo aparcado en los dos aparcamientos del festival. Pero rápidamente se forma un atasco.
“Miré hacia atrás y vi que en el auto detrás de mí había tres cadáveres y que todas las ventanas estaban rotas”, explica el soldado. Solo quedan dos opciones: esconderse o huir a pie a través de la llanura. Mordejayev escoge la segunda y corre de arbusto en arbusto, aterrorizado, hasta que un vehículo hasta los topes lo recoge en campo abierto.
La ruta 232, la única para salir de este infierno, tampoco es muy segura. Situada en paralelo al muro fronterizo que separa Israel de la Franja de Gaza, la carretera conecta el kibutz vecino de Reim a la ciudad de Sederot, unos 30 kilómetros más al norte.
“Vi a gente muriendo a mi alrededor”
07:39a.m.: Una cámara a bordo de un auto que logró huir muestra cómo la trampa se cierra sobre sus ocupantes. Las ráfagas disparadas por combatientes palestinos emboscados revientan el parabrisas y obligan al conductor a detenerse, sin que se sepa si fue alcanzado.
La joven Gili Yoskovich decide abandonar su coche para correr a campo través. Pero en este paisaje desértico apenas hay donde esconderse. La mujer divisa un huerto y corre a refugiarse, con los atacantes siguiéndola de cerca.
“Fueron árbol por árbol y dispararon. Vi a gente muriendo a mi alrededor. Me quedé muy callada. No lloré, no hice nada”, declaró a la BBC tras conseguir escapar con su novio. Pero no todos tuvieron la misma suerte.
Durante horas, mientras el restallido de las armas automáticas se acerca cada vez más, algunos se lanzan detrás de un coche, se dispersan desordenadamente. Presas del pánico, algunos incluso se tumban entre los cadáveres con la esperanza de sobrevivir.
Tres horas después del inicio del ataque, los milicianos de Hamás siguen con su masacre sin encontrar resistencia. Imágenes de videovigilancia muestran a las 09:23 a.m. locales cómo un hombre con gorra negra y chaleco antibalas se lleva a un rehén con una camiseta ensangrentada.
Al fondo, un joven que se hace el muerto se mueve ligeramente al pensar que puede huir, pero otro asaltante se le acerca por detrás y lo mata a bocajarro.
Varios supervivientes explicaron a los medios que esperaron incluso siete horas a que el ejército israelí los rescatara. Los primeros socorristas en llegar descubren con horror el alcance de la matanza: 270 muertos.
Decenas de vehículos calcinados abarrotan el acceso al lugar. A lo largo de cientos de metros, sacos de dormir, colchones, zapatos y neveras yacen abandonados.
“En cada coche había uno, dos o tres cadáveres”, explica Moti Bukjin, portavoz de la oenegé israelí Zaka, a AFP. “Algunos tenían una bala en la cabeza o en la barbilla”, a otros “les dispararon cuando intentaban huir y cayeron en las cunetas junto a la carretera”.
Cuatro días después de esta tragedia, además de llorar a los muertos, la angustia corroe a las familias que buscan a los desaparecidos. Se cree que decenas han sido secuestrados y están de rehenes en la Franja de Gaza, bombardeada día y noche por el ejército de Israel.
*Con información de AFP.