Israel reportó este martes que unos 1500 milicianos de Hamás han muerto en su territorio, en el cuarto día de guerra tras la ofensiva sorpresa del movimiento islamista palestino, que secuestró a unas 150 personas en suelo israelí.
Cientos de hombres armados de Hamás franquearon el sábado la frontera con Israel, pese al fuerte dispositivo de seguridad, y se infiltraron en localidades del sur, donde mataron a personas en sus casas y secuestraron a otras que se llevaron a la Franja de Gaza.
Desde entonces, el Ejército israelí bombardea masivamente el enclave palestino gobernado por Hamás. “Estamos ya en medio de la campaña, pero esto solo es el principio, ganaremos con la fuerza, con mucha fuerza”, advirtió el lunes por la noche el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
“Alrededor de 1500 cuerpos de combatientes de Hamás fueron encontrados en Israel y alrededor de la Franja de Gaza”, declaró el portavoz militar Richard Hecht. Hasta ahora, el Ejército había hablado de un millar de hombres infiltrados.
Las fuerzas de seguridad “han retomado más o menos el control de la frontera” con Gaza, pero “las infiltraciones pueden seguir”, añadió.
Asedio completo
Más de 900 personas murieron en Israel desde el inicio de la ofensiva el sábado, unas 250 de las cuales en un festival de música organizado en el desierto cerca del enclave, y 2616 resultaron heridas.
Del lado palestino, 687 personas perecieron en los bombardeos israelíes y 3727 resultaron heridas, según las autoridades locales. Tres periodistas palestinos perdieron la vida este martes en un ataque israelí que alcanzó un edificio residencial de Gaza, informó un sindicato de prensa.
Entre las víctimas mortales en suelo israelí hay numerosos ciudadanos de otras nacionalidades: 18 tailandeses, 11 estadounidenses, 10 nepalíes, siete argentinos y cuatro franceses, entre otros.
Israel impuso el lunes un “asedio total” en la Franja de Gaza, para que no llegue “ni electricidad, ni comida, ni agua ni gas”, en palabras de su ministro de Defensa, a este territorio de 360 km² donde malviven 2,3 millones de palestinos, ya bajo bloqueo israelí desde hace 16 años.
“La imposición de asedios que ponen en peligro la vida de civiles al privarlos de bienes esenciales para su supervivencia está prohibida por el derecho internacional humanitario”, dijo el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk.
Desde el estallido de la guerra, más de 187 500 personas del enclave palestino se han visto obligadas a desplazarse, según los últimos datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha).
Por su parte, la ONU advirtió que este tipo de medidas van contra el derecho internacional humanitario y la Organización Mundial de la Salud, OMS, pidió el martes la apertura de un corredor humanitario para enviar material médico esencial a la población.
Amenaza de rehenes
Hamás amenazó el lunes con ejecutar a los rehenes secuestrados en Israel. El brazo armado de la organización islamista advirtió que “cada ataque contra nuestro pueblo sin previo aviso será respondido con la ejecución de uno de los rehenes civiles”.
Decenas de miles de soldados israelíes fueron desplegados cerca de la Franja de Gaza. Israel retiró sus tropas y evacuó a los colonos del enclave en 2005, después de haberlo ocupado desde 1967. Pero mantiene el control del espacio aéreo y de las aguas territoriales e impuso desde 2007 un estricto bloqueo, con el que controla todos los bienes y personas que cruzan la frontera.
La tensión también escaló en la frontera norte de Israel, con Líbano, donde el Ejército israelí abatió a “varios sospechosos armados” que se habían infiltrado. La infiltración fue reivindicada por la Yihad Islámica, otro movimiento islamista palestino.
El Hezbolá libanés, archienemigo de Israel, afirmó el lunes que había bombardeado dos cuarteles israelíes, tras la muerte de tres de sus miembros en un ataque aéreo en el sur de este país.