En el puerto de Los Ángeles, una barcaza recubierta de tuberías y tanques alberga una idea que promete hacer olas: utilizar el océano como una gran esponja de dióxido de carbono (CO2) para hacer frente al calentamiento global.
Un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) trabaja desde hace dos años en SeaChange, un proyecto ambicioso que aspira a aumentar la cantidad de CO2, un importante gas de efecto invernadero, que puede ser absorbida por los mares.
Su objetivo es “utilizar el océano como una gran esponja”, explicó a la AFP Gaurav Sant, director del Instituto de Gestión del Carbono (ICM) de UCLA.
Los océanos, que cubren la mayor parte de la Tierra, ya son los principales sumideros de carbono del planeta y actúan como un amortiguador fundamental. Absorben una cuarta parte de todas las emisiones de CO2, así como el 90% del calentamiento que se ha producido en las últimas décadas debido al aumento de los gases de efecto invernadero.
Pero el principal sumidero de CO2 del planeta está en peligro: el océano se está acidificando y el aumento de las temperaturas está reduciendo su capacidad de absorción.
El equipo de UCLA quiere aumentar esa capacidad mediante el uso de un proceso electroquímico para eliminar grandes cantidades de CO2 que ya se encuentran en el agua de mar, algo así como exprimir una esponja para recuperar su poder de absorción.
“Si se logra eliminar el dióxido de carbono que hay en los océanos, esencialmente se renueva su capacidad para tomar más dióxido de carbono de la atmósfera”, resumió Sant.
Atrapado en minerales
Los ingenieros desarrollaron una minifábrica flotante sobre una embarcación de unos 30 metros de largo, que bombea agua de mar y la somete a una carga eléctrica.
Las reacciones químicas provocadas por la electrólisis convierten el CO2 disuelto en el agua de mar en un fino polvo blanco que contiene carbonato de calcio, el compuesto que se encuentra en la tiza, la piedra caliza y las conchas de ostras o mejillones.
Este polvo se puede desechar de nuevo en el océano, donde permanece en forma sólida, almacenando así CO2 “de forma muy duradera (...) durante decenas de miles de años”, explicó Sant. Mientras tanto, el agua bombeada regresa al mar, lista para absorber más CO2 de la atmósfera.
Sant y su equipo confían en que el proceso no dañará el medio ambiente marino, aunque serán necesarias más pruebas para confirmarlo.
Además de eliminar el CO2 de la atmósfera, el proceso tiene un beneficio adicional: crea como subproducto hidrógeno, un gas esencial en la transición energética que podría impulsar los vehículos, trenes o aviones de energía limpia del futuro.
La prioridad para frenar el calentamiento global sigue siendo reducir drásticamente las emisiones actuales de CO2, algo que aún es un desafío para la humanidad. Pero al mismo tiempo, la mayoría de los científicos dicen que las técnicas de captura y almacenamiento de CO2 pueden desempeñar un papel importante para mantener el planeta habitable.
La “eliminación de dióxido de carbono” (CDR) podría ayudar a lograr la neutralidad de carbono para 2050, ya que compensa las emisiones de industrias que son particularmente difíciles de descarbonizar, como la aviación y la producción de cemento y acero.
Y podría ayudar a abordar el CO2 que se ha ido acumulando en la atmósfera desde hace décadas.
Solución prometedora
Para mantener el calentamiento global bajo control se necesitará eliminar entre 450.000 millones y 1,1 billones de toneladas de C02 de la atmósfera de aquí a 2100, según el primer informe mundial dedicado a este tema, publicado en enero.
Eso requeriría que el sector CDR “creciera a una tasa de alrededor del 30% anual durante los próximos 30 años, muy parecido a lo que sucedió con la energía eólica y solar”, dijo uno de sus autores, Gregory Nemet.
La tecnología SeaChange “entra en una categoría de solución prometedora que podría ser lo suficientemente importante como para tener incidencia en el clima”, estimó Nemet, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison.
Al secuestrar CO2 directamente en el océano en forma mineral, este método se distingue claramente de los de “captura directa de CO2 del aire” (DAC), que implican bombear y almacenar gas bajo tierra a través de un proceso muy complejo y costoso.
Una start-up, Equatic, planea llevar a escala industrial la tecnología de UCLA y demostrar su viabilidad comercial mediante la venta de bonos de carbono a las empresas que desean compensar sus emisiones.
Además de la barcaza de Los Ángeles, se está probando un barco similar en Singapur.
Sant espera que los datos de ambos sitios lleven a la construcción de plantas capaces de eliminar “miles de toneladas de carbono” cada año. “Esperamos comenzar a operar estas nuevas plantas en 18 a 24 meses”, dijo.