El reloj del fin del mundo es una metáfora de un cálculo simbólico que cada año efectúa el comité convocado por el Boletín de Científicos Atómicos. Se anuncia que cuando este reloj marque las 00:00 la humanidad se enfrentará a una catástrofe global inminente.
La premisa de este Boletín de Científicos Atómicos, fundado por un grupo selecto de la Universidad de Chicago en 1947, lo colocaron a siete minutos. Desde esta fecha, se ha movido 25 veces, por lo que el registro ha variado a lo largo de los años. En 1991, las manecillas se quedaron a 17 minutos de la medianoche, 7 minutos antes que el año anterior.
Desde 1991 y con la salvedad de 2010, el reloj no ha parado de adelantarse o de quedarse quieto, sin embargo, desde hace un tiempo las manecillas han señalo un destino apocalíptico. En 2007, se incluyó el cambio climático como un peligro para la humanidad, y no solo a la amenaza nuclear que acecha hoy en día.
El calentamiento global y sus consecuencias no han dejado de dar cuerda a los malos presagios en estos últimos años. Este ‘reloj del juicio final’ anuncia que cuando llegue a la medida noche no habrá retroceso para el fin de la humanidad.
En 2018, el reloj dio las 23.58. Nunca se habían quedado tan cerca de la medianoche, sin contar las amenazas y el conflicto de Estados Unidos y la Unión Soviética en 1953. Ambos países se hallaban en plena carrera armamentística con las bombas termonucleares.
El reloj del fin del mundo se coloca a 90 segundos en 2024
El reloj representa la probabilidad de una catástrofe global provocada por el hombre, por lo que todos los años se elabora con la opinión de miembros el Boletín de Científicos Atómicos.
“Consideramos tres áreas clave de riesgo existencial al configurar el Reloj del Juicio Final: riesgo nuclear, cambio climático y tecnologías disruptivas”, explicó Rachel Bronson, presidenta del Boletín de Científicos Atómicos, en diálogo con Infobae.
“Los focos de conflicto en todo el mundo conllevan la amenaza de una escalada nuclear, el cambio climático ya está causando muerte y destrucción, y tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial y la investigación biológica avanzan más rápido que sus salvaguardias” explicó la fuente al medio citado.
El presente ajuste, que se realizó en enero del 2023, se debió a la escalada de la guerra entre Rusia y Ucrania y a la amenaza nuclear que el conflicto implica. Las agujas del reloj se acercan o se alejan dependiendo del conflicto cercano que enfrente el mundo de ahora.
“En todos estos temas hay algunos avances, que van desde las primeras etapas de la diplomacia nuclear entre Estados Unidos y China hasta inversiones sin precedentes en energías renovables y marcos de políticas nacionales e internacionales emergentes en torno a tecnologías como la inteligencia artificial y la investigación biológica. Pero ninguno de estos esfuerzos avanza lo suficientemente rápido”, advirtió Bronson fuente consultada por Infobae.