Rosa Mendoza y Shanni Mora recibieron el “Diploma de Excelencia” en el marco del “Premio Juvenil del Agua Estocolmo 2024″, conocido como el “Nobel Juvenil del Agua”, por su método casero para reutilizar agua entintada.
Son jóvenes mexicanas, de la comunidad indígena zapoteca, y tienen 16 y 17 años. Tuvieron un sueño, y se animaron a creer. Para ayudar a su comunidad, y a todo el planeta con ello. ¿Su preocupación? La creciente escasez de agua.
Pusieron manos a la obra allí donde nacieron, en Teotitlán del Valle, en el estado de Oaxaca, recogieron los frutos de su trabajo, y este martes 27 de agosto fueron premiadas en Estocolmo con el “Diploma de Excelencia” en el certamen conocido como el “Premio Nobel del Agua”, en su edición juvenil, en el que concursaron representando a su país.
“Teníamos la certeza de que podíamos llegar lejos”, dice Rosa Mendoza en entrevista con DW a horas de recibir la importante distinción.
“Nosotras confiamos en nuestro proyecto desde el inicio”, refuerza su compañera Shanni Mora en diálogo con este medio desde la Embajada de México en Suecia.
Las jóvenes idearon un sistema de reutilización del agua para el cultivo de hortalizas a partir de la construcción de un filtro casero, basado en elementos naturales como piedras, algodón y carbón.
El mecanismo logra purificar el agua entintada, separando los sedimentos químicos y reduciendo sus niveles de acidez, y la vuelve a convertir en apta para su uso en las actividades agrícolas de la región.
Ni una gota de agua desaprovechada
Todo comenzó a partir de la consigna de una tarea escolar del Colegio Superior para la Educación Integral Intercultural de Oaxaca, al que ambas asisten. Se trataba de identificar un problema y diseñar una solución viable.
“Nosotras identificamos la problemática, que es la escasez de agua en la comunidad, al igual que la principal actividad productiva, que es la elaboración de tapetes de lana artesanales”, cuenta Shanni Mora a este medio.
Efectivamente, día tras día ellas observaban no solo la creciente falta de agua, sino las grandes cantidades de este recurso que se destinaban al teñido de las artesanías y que luego no podían volver a ser utilizadas.
Y es que Teotitlán Del Valle se distingue y caracteriza por su destacada producción de tapetes de lana que sus habitantes elaboran a partir de una tradición ancestral.
“El 90 por ciento de la comunidad está envuelta en esta actividad, por lo tanto, era mucha la cantidad del recurso hídrico que ya no era utilizado nuevamente”, explica Shani Mora, convertida en una experta en la materia.
Para minimizar el impacto ambiental
Así es que las jóvenes se propusieron minimizar el impacto ambiental de la tradicional actividad. Y el potencial del proyecto quedaba claro desde el inicio, ya que para el teñido de un kilo de lana se requieren cerca de 70 litros de agua, y para la producción de un tapete son necesarios tres kilos de lana.
“Hemos vivido la escasez de agua desde muy cerca”, indican. “Y hemos visto cómo afecta a las comunidades”, aseguran.
En su camino, desde la idea inicial, hasta la implementación y la reciente obtención del galardón, hubo mucho trabajo, tesón, prueba y error, paciencia, estudio e investigación.
Nuevas generaciones
“Shanni y Rosa son un orgullo para México. No solo representan a los jóvenes, sino también a las mujeres, a las poblaciones originarias, y, sobre todo, al futuro de la ciencia con sentido social”, las felicitó Jorge Arriaga, coordinador ejecutivo de la Red del Agua de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Centro Regional de Seguridad Hídrica auspiciado por la UNESCO, entidades que brindaron apoyo a la iniciativa desde sus comienzos.
Ellas saben que hay mucha gente detrás, y no lo olvidan: “Este premio no es solo para nosotras, sino también para nuestra gente”, aseguran.
Y dejan un llamado: “Invitamos a todos los jóvenes a que se involucren en este tema del agua, y que busquen soluciones para esta problemática que se está viviendo en todo el mundo”, pide Rosa.
“Claro, porque, como sabemos, esto especialmente afectará a las nuevas generaciones, seremos las que más vamos a sufrir, pero también por eso las que más tenemos que echarle ganas a encontrar soluciones”, completa Shanni. Y quién podría dudar de sus convicciones.