Por Francisco Henao Bolívar, reportero de El País
Viña del Mar, la turística ciudad chilena, sede de festivales musicales y de eventos culturales que trascienden fronteras, quiere levantarse de la tragedia que dejó una ola de incendios forestales como no se había vivido el país austral.
Las incontenibles llamas arrasaron con todo: bosques, zonas verdes, además de casas y apartamentos de sectores conocidos como Quilpué y Villa Independencia, dejando hasta ahora un desolador panorama de 123 muertos, cuantiosos heridos, y la sospecha de más víctimas debajo de los escombros que remueven los organismos de socorro.
Una de las personas que lo perdió todo es Gloria Grajales, oriunda de Cisneros, un pueblo cercano a Buenaventura (Valle del Cauca), y quien lleva siete años en Chile, a donde viajó en busca de un mejor futuro para ella y sus dos hijos, Luis, de 15 años, y Thiago, de 3.
“No sé cómo describir lo que siento ahora, es un dolor impresionante. Yo pagaba alquiler en un apartamento, y en un suspiro lo perdí todo; siete años de trabajo, de conseguir mis cosas y mire ahora, sin nada”, dice Gloria desde el apartamento de una familia colombiana que la acogió mientras pasa este duro momento.
Ella recuerda cómo empezó el drama. “Yo estaba trabajando, soy ayudante de cocina en una residencia de ancianos, cuando mi hijo mayor - de 15 años - me llama y me dice que había un incendio, pero que era lejos. Le dije que de todas maneras seguíamos en contacto por si pasaba algo. Al rato me volvió a llamar y me dijo que hacía mucho calor, que iba a alistar una maleta e iba a salir del apartamento con su hermanito de tres años”.
Confiesa que lo que hizo su hijo, salir de la casa, fue clave para que se salvaran. “Él en medio de su inocencia optó por salir antes que las demás personas del barrio, y se salvó él y salvó a su hermano menor. Mucha gente no alcanzó a salir de sus casas y apartamentos”.
Sin embargo, Gloria dice que cuando sus hijos salieron del apartamento, comenzó la hora más difíciles de su vida. “Perdí comunicación con ellos porque la señal del celular era intermitente; no supe a dónde habían ido, no sabía dónde estaban. Veía las noticias y todo era un drama y un caos en ese sector, me angustié mucho; hasta que como a la hora recibí un mensaje de Whatsapp de mi hijo donde me decía que una señora se había apiadado de ellos, que los recogió en la carretera cercana y que andaban con ella”.
Aseguró que con sus hijos, mucho antes de esta tragedia, había acordado un punto de encuentro por si pasaba algo en determinado momento. “Nosotros nos encontramos en un lugar acordado con anterioridad en caso de alguna emergencia, y ahora estamos en casa de una familia colombiana que nos abrió las puertas por unos días”.
Gloria dice que el domingo fue al lugar donde quedaba su apartamento, y el panorama que encontró fue muy triste. “Lo que era un barrio de bien, con gente trabajadora, no queda nada. Estuve donde estaba el apartamento que compartía con mis hijos y solo encontré cenizas. Lloré todo el día y me desahogué con mi hermana, le dije que no me llamara más, que dejara que pasara mi dolor sola”.
Esta colombiana que espera levantarse de nuevo, asegura que las ayudas del gobierno no llegan, porque no está en un albergue. “Además, es muy triste todo porque hay gente que ni vivía acá en esta zona, y se está haciendo pasar como residente para aplicar a las ayudas del Gobierno”.
Gloria dice que espera la ayuda de las personas que le quieran colaborar para reorganizarse nuevamente con sus hijos, y para ello ha activado una cuenta RUT en el Banco del Estado de Chile, #2594012, y ha autorizado la publicación de su número celular: +569 369 49 602