Xiao Wang cobró fama mundial tras conocerse que había vendido uno de sus riñones para comprar un iPhone y un iPad. En 2011, el joven de 17 años no dimensionó las consecuencias de sus acciones.
La pesadilla de Wang comenzó cuando el iPhone 4 salió a la venta. Su desesperación por tener el teléfono de moda lo llevó a contactar a una red ilegal de trasplantes de órganos, que le ofreció USD 3.000 por su riñón, dinero con el que compró el deseado iPhone 4 y un iPad.
En ese tiempo, el adolescente se contactó con tres intermediarios en una plataforma de chat china y coordinó un viaje a la provincia de Anhui en donde se sometió a una operación clandestina en una clínica que no contaba con la certificación correspondiente.
El joven aceptó. Hoy vive conectado a una máquina de diálisis y necesita asistencia las 24 horas del día, como resultado de una infección que contrajo en la clínica clandestina donde le fue extraído el órgano y que posteriormente derivó en insuficiencia renal, publicó el sitio Oriental Daily
El caso salió a la luz cuando su mamá le preguntó de dónde había sacado el dinero para comprar los gadgets; Wang confesó que había vendido uno de sus riñones. Rápidamente, la historia llegó a los medios locales y se viralizó.
Sus padres, al descubrir lo ocurrido, denunciaron el hecho a la Policía. En abril de 2012 se logró dar con los tres intermediarios y dos médicos involucrados en la operación clandestina, quienes fueron encarcelados a cinco años y tres años respectivamente. Además, la familia recibió una compensación económica.
Nueve personas fueron encarceladas, entre médicos y miembros de la organización criminal, y condenadas a pasar entre cinco y tres años en prisión.
Tráfico de órganos en China
La escasa oferta de órganos de donantes, unida a la enorme demanda de trasplantes, ha alimentado la industria mundial del tráfico de órganos, que explota a los miembros pobres, desfavorecidos y perseguidos de la sociedad como fuente de órganos para ser comprados por los turistas ricos en trasplantes.
Aunque esta práctica se da en muchos países, la situación en China es especialmente preocupante. China es el único país del mundo en el que existe una práctica de tráfico de órganos a escala industrial que recoge órganos de presos de conciencia ejecutados. Esta práctica se conoce como extracción forzada de órganos.
Los presos de conciencia son aquellas personas que, sin haber utilizado la violencia ni haber propugnado su uso, son privadas de su libertad a causa de sus creencias, su origen étnico, sexo, color o idioma.
China utiliza a los presos de conciencia encarcelados como reserva de donantes de órganos para proporcionar trasplantes compatibles a los pacientes. Estos presos o “donantes” son ejecutados y sus órganos son extraídos contra su voluntad, y utilizados en una prolífica y rentable industria de trasplantes.
Las operaciones de trasplante en China aumentaron rápidamente a principios de la década de 2000 sin que hubiera un aumento correspondiente de donantes voluntarios de órganos, lo que llevó a cuestionar la procedencia de los mismos.
La preocupación por la extracción forzada de órganos comenzó a salir a la luz en 2006-7 por el trabajo de dos abogados internacionales de derechos humanos, David Kilgour y David Matas, que más tarde fueron nominados al Premio Nobel de la Paz por su trabajo.
La revista American Journal of Transplantation, la más importante del mundo en materia de trasplantes, publicó en abril de 2022 un artículo en el que se descubría que la muerte cerebral no se había declarado en muchas extracciones de órganos en China, y que la extracción de los órganos vitales del donante era la causa real de la muerte.