A unos les parece deliciosa, otros consideran que su sabor es horrible. Pero hay un dato en el que todo el mundo coincide: el olor del durian es inconfundible y ha conseguido que esta curiosa fruta asiática se gane el título de la más apestosa del mundo.
Así que, aprovechando una reciente visita por allí, hemos querido probarla para ver cuánto de leyenda y de verdad hay en su mala fama. Primero, un poco de botánica para situarnos. Originario del sudeste asiático –Tailandia, Malasia y Singapur son los lugares más habituales para encontrarlo– esta fruta está recubierta por una característica cáscara repleta de pinchos que obliga a usar guantes para manipularla.
De hecho, su nombre significa exactamente eso en malayo: fruta espinosa. Aunque se habla de durian de forma genérica, en realidad hay muchas variedades y especies, cada una con sus propias peculiaridades gustativas, que van desde un dulzor intenso hasta toques amargos.
Lo que en occidente es visto simplemente como una fruta curiosa que huele mal, en Asia es un auténtico universo, con nuevas variedades híbridas creadas por algunos productos y concursos anuales para dar con el mejor durian del mundo.
¿Pero huele tan mal el Durian?
El durian es un clásico en los mercados del sudeste asiático. O, mejor dicho, de las afueras de los mercados porque los puestos que las venden normalmente están en el exterior para no contaminar con su aroma el resto de productos. Describirlo no es fácil, pero si sirve como referencia el prestigioso Instituto Smitsonian definió su olor como “trementina y cebolla combinado con un calcetín usado en el gimnasio”.
Las investigaciones sobre este inolvidable y potente aroma han llegado a enumerar hasta 50 componentes químicos complejos en el olor desprendido por los durians. Aunque muchos de ellos pueden encontrarse por separado otros alimentos menos agresivos con el olfato, es la mezcla de todos ellos que supone una bofetada a la nariz.
Aunque la sensibilidad a este olor varía en cada persona –hay quienes incluso lo describen como agradable, aunque son minoría– es verdad que tras el primer contacto con esta fruta, uno acaba haciéndose a ese aroma que de vez en cuando se detecta en las calles de casi cualquier localidad de la zona. Y es que una de las peculiaridades del durian es que no hace falta abrirlo para que desprenda sus encantos.
“El rey de las frutas”
Pese a las lógicas reticencias que provoca su pestilencia, el durian es conocido como el rey de las frutas. Y es que los que se animen a probarlo descubrirán un interior con un intenso sabor y una textura cremosa que, de nuevo, resulta complicado describir recurriendo a las comparaciones. ¿Un aguacate muy maduro y que casi se puede untar? Algo así, aunque el sabor no tiene absolutamente nada que ver.
Hay descripciones para todos los gustos, pero el hecho de que algunos definan su sabor como el de una mezcla de queso, almendras, ajo, y caramelo –sí, todo junto– da una idea de la complejidad gustativa de esta fruta. Además de en crudo, también se puede usar en platos salados y, sobre todo, elaboraciones dulces. De hecho, el helado de durian en pan de molde es casi un símbolo de Singapur.
Las semillas de gran tamaño también se pueden usar asadas y machacadas para crear otras preparaciones. Nutricionalmente el durian también es muy interesante y –¡sopresa!– también hay quienes incluyen este alimento en esa lista casi infinita de las denominadas “superfoods”. Rica en fibra, vitaminas, potasio y magnesio, algunos hablan de ella como la fruta más nutritiva del mundo.