Miles migrantes se aventuran a cumplir el ‘sueño americano’, la mayoría indocumentados y sin opciones de retorno tras haber vendido todas sus pertenencias para pagar a ‘coyotes’ (traficantes) que prometen ayudarlos a pasar la frontera. Y pese a las fuertes restricciones que cada vez se refuerzan más por el gobierno estadounidense, este fenómeno se vuelve cada vez más común. Ahora, miles de dudas surgen luego de que el gobierno de Joe Biden declarara el fin del Título 42.
A partir de mañana la medida Título 42, interpuesta en medio de la pandemia del Covid-19, que les permitió a las autoridades migratorias de Estados Unidos expulsar inmediatamente a cualquier persona que intentara ingresar irregularmente a ese país, en su momento, para evitar una mayor propagación del virus, dejará de funcionar y volverán a regir con las normas y medidas contempladas en el Título 8.
Por su parte, el Título 8 es una medida que habitualmente regula todo el tema migratorio. “Se restablece el Título 8, que históricamente ha determinado la gestión de migrantes hacia ese país y que autoriza a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (U.S. Customs and Border Protection, CBP) a expulsar a cualquier persona que intente ingresar a ese país en condición de irregularidad”, informó la Cancillería.
“Ignoramos lo que está sucediendo”, dijo a la AFP Michel, un hombre que se encuentra Ciudad Juárez (norte), donde miles como él permanecen atrapados en una maraña de requisitos para poder cruzar a Estados Unidos.
“¿Qué pasará a partir del viernes?”
Con la nueva medida que comenzará a regir no solo habrá expulsiones hacia México, sino un aumento significativo de las deportaciones, prohibición de entrada a los infractores durante cinco años y procesos penales para reincidentes.
De hecho, la Casa Blanca advirtió este miércoles que aquellos que ingresen ilegalmente no serán “elegibles” para obtener asilo y terminarán expulsados, salvo que demuestren “un temor razonable de persecución” en sus países.
“Hacen que tengamos problemas y accidentes”: “No son capaces de darnos una opción con la que uno tenga más posibilidad de entrar. Eso no lo ven ellos, ellos ven lo que les conviene”, expresa Michel un migrante que intenta cruzar junto a su esposa e hija de cinco años.
Muchos han llegado hasta la frontera tras cruzar la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá, y burlando las exigencias legales de las autoridades de países como México. Esta fue la historia de un migrante venezolano de 35 años, en cuyo campamento fue levantado un altar en memoria de las 40 personas fallecidas el 27 de marzo en el incendio de un centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez. Siete de sus compatriotas se cuentan entre las víctimas.
“Le están poniendo las cosas más difíciles a uno”, afirma Michel, tras otro intento fallido de sacar una cita para pedir asilo por la aplicación móvil CBP One, habilitada por el gobierno estadounidense y que está activa solo media hora por día. “A veces uno se tiene que humillar por un poquito de dinero para que ellas puedan estar bien”, afirma.
Estados Unidos anunció que a partir del viernes la aplicación CBP One dará 1.000 citas diarias. Pero solo desde octubre pasado, la policía fronteriza contabilizó 1,2 millones de interceptaciones de migrantes en su frontera sur, un flujo “sin precedentes”.
“Cruzar como sea”
Gloria, una guatemalteca de 56 años que también prefiere identificarse solo por su nombre, no entiende la diferencia entre refugio y asilo. Solo intenta ponerse a salvo de amenazas de su expareja. Amnistía Internacional denunció recientemente que el uso obligatorio del CBP One viola el derecho al asilo, pues limita su acceso a personas alfabetizadas y que tienen un celular con internet.
El desconcierto que genera esta situación empuja a los migrantes a cruzar ilegalmente por el río Bravo, una opción que baraja Kevin (nombre cambiado), un agricultor ecuatoriano de 34 años que ignora las diferencias entre el Título 42 y el Título 8. Algunos se entregan a la patrulla fronteriza para pedir asilo.
Kevin ya probó suerte hace poco, pero tuvo que regresar a México tras encontrarse en el camino con un grupo criminal. Su desespero es tal que intentará “cruzar como sea” nuevamente.
*Testimonios e información suministrados por la AFP