Este martes se conoció que el gobierno de Nicaragua le quitó la nacionalidad y confiscó los bienes de 135 expresos políticos que fueron enviados a Guatemala la semana pasada luego de una mediación de Estados Unidos, luego que el presidente del país centroamericano acusara a estas personas de atentar contra la soberanía nacional.
La propia ONU denunció este martes que se aprobó una ley por el parlamento de Nicaragua, controlado por el gobierno de Ortega, que podría intensificar, en su opinión, la “represión” de los nicaragüenses exiliados, cuyos derechos llamó a “proteger”.
La resolución del tribunal de Managua ordenó la “pérdida de la nacionalidad nicaragüense a 135 personas, condenadas por hechos delictivos que atentaron contra la Soberanía, Independencia y Autodeterminación del Pueblo Nicaragüense” y “dispuso el decomiso de todos los bienes de los condenados”, de acuerdo con lo expresado a través del comunicado.
Con esta decisión, 451 opositores nicaragüenses han sido despojados de su nacionalidad desde inicios de 2023, según un recuento de la AFP con base en los datos oficiales.
La Casa Blanca dijo que consiguió la liberación de estos presos, entre ellos 13 miembros de la organización evangélica radicada en Texas Mountain Gateway, laicos católicos, estudiantes y otras personas que Ortega y Murillo “consideran una amenaza para su régimen autoritario”.
Su gobierno reprimió duramente a las voces críticas tras las protestas prodemocracia de 2018, que en tres meses dejaron más de 300 muertos, según la ONU.
En 2023 excarceló, expulsó y le quitó la nacionalidad y bienes a 316 políticos, periodistas, intelectuales y activistas críticos, a quienes acusó de traición a la patria.
También arremetió contra la iglesia católica y cerró unas 5.500 oenegés, muchas de ellas religiosas.
*Información de AFP.