El líder opositor venezolano Juan Guaidó prepara para este domingo su nuevo reto: una votación de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) en la que debe ser reelegido como su presidente, paso necesario para mantener el pulso con el gobierno de Nicolás Maduro.

Durante este 2019, y con base en una lectura de la Constitución que el gobierno de Nicolás Maduro rechaza, Guaidó anunció su salto de la presidencia parlamentaria a la interina de la República, un cargo en el que ha sido reconocido por casi 60 países y que le ha permitido mantener una tensión política que parecía desaparecida en Venezuela desde 2017.

Sin embargo, esa asunción, que hizo ante una muchedumbre el 23 de enero, ha sido estrictamente teórica y no práctica pues el gobierno de Maduro sigue ocupando el Ejecutivo sin fracturas. Ahora, para poder continuar la pugna, debe conseguir ser reelegido como presidente de la AN.

Estas son las claves de la situación parlamentaria venezolana.

El desafío de los votos

La última pugna desatada entre Gobierno y AN, de contundente mayoría opositora, gira en torno a los votos de los diputados.

Mientras la oposición denuncia una persecución contra sus diputados, tanto judicial como de compra de voluntades, que ponía en riesgo alcanzar un quórum para poder reelegir a Guaidó, el oficialismo pugnaba por desacreditar las alternativas.

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Finalmente, la AN aprobó una reforma del reglamento parlamentario que permite a los diputados que estén en el exterior "por motivos de persecución política u otra de fuerza mayor" votar de forma remota, lo que abrió la última pelea jurídica con el Gobierno.

El Parlamento necesita la presencia de la mitad más uno del total de los 167 diputados para que se lleven a cabo las sesiones: 84 parlamentarios imprescindibles para que se llegue al quórum que se requiere para seguir funcionando.

La pelea por la legitimidad 

El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) declaró "la nulidad absoluta y carencia de efectos jurídicos" de la norma que iba a permitir votar a esos diputados en el exterior. Inmediatamente después, la AN rechazó la decisión de la alta corte y abrió la -por ahora- última pelea por la legitimidad entre chavismo y oposición.

Como parte de esa pugna, el Parlamento no reconoce los dictámenes del Supremo al alegar que está integrado por magistrados abiertamente oficialistas, algunos de los cuales fueron designados en un procedimiento exprés días antes de que la oposición tomará el control de la cámara.

Sin embargo, el TSJ considera que la AN está "en desacato" y por tanto las decisiones que toma no las considera legales.

A partir de ese no reconocimiento mutuo ha ido creciendo una suerte de institucionalidad paralela que ha llevado a que haya un TSJ "en el exilio", así como una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) compuesta solo por chavistas y que ha asumido buena parte de las labores propias de la AN.

El desencuentro escala hasta la Presidencia 

El último y hasta la fecha mayor pulso de institucionalidades llegó el pasado 23 de enero. Fue entonces cuando Guaidó anunciaba que asumía la Presidencia interina basado en el artículo 233 de la Constitución.

Dicho artículo recoge qué debe suceder si el presidente de Venezuela abandona el cargo y este es declarado por la Asamblea Nacional, algo que consideran sucedió al haber sido elegido Maduro en unas elecciones cuestionadas por la oposición y buena parte de la comunidad internacional.

Ahora y para mantenerse bajo esa premisa de presidente interino que desafía a Maduro con el apoyo de la comunidad internacional que le reconoce como tal, Guaidó debe ser reelegido.

La operación alacrán 

Bajo ese nombre denomina la oposición venezolana un táctica bajo la que acusan a Maduro de intentar minar la reelección. Dicho plan incluye también la presunta compra de diputados, algo que podría hacer tambalearse el quórum.

Tan es así, que en Bogotá ya han anunciado que se reunirán parte de los diputados que se encuentran en el exterior para seguir la sesión de la AN. Muestra de que podrían apelar finalmente al voto remoto.

De ser así, se abriría una nueva disputa legal que ahonde más las brechas jurídicas entre oposición y gobierno mientras Guaidó, con una imagen cada vez más negativa entre sus simpatizantes, pugna por mantener un oxígeno cada vez más exiguo.

La oposición muestra sus costuras

Mantener la cohesión en un grupo político como el de la oposición venezolana, que cuenta con tantos recovecos ideológicos como ambiciones personales abarca, ha sido uno de los grandes retos desde las elecciones legislativas.

En los últimos meses, y tras el bálsamo que supuso la llegada de Guaidó al liderazgo opositor, se han vuelto a ver las grietas en la cohesión de los grandes nombres que están en contra del chavismo.

Por si fuera poco, un supuesto caso de corrupción, cuya investigación parlamentaria no arrojará resultados hasta después de la elección del presidente de la AN, ha terminado de abrir auténticas grietas entre los diferentes partidos e intereses.

Con esos mimbres, deberá Guaidó hilar de nuevo una mayoría que se muestre sólida no solo frente al mundo, sino también y especialmente en el interior del país.