Un brutal crimen ocurrió el pasado miércoles 20 de marzo en una peluquería de Recoleta, un barrio de Buenos Aires, Argentina. Según se conoció, el salón ya había cerrado sus puertas, cuando un hombre desenfundó un arma y le disparó en la cabeza a uno de sus compañeros de trabajo.
A través de redes sociales se ha viralizado un video del asesinato. Al parecer, Abel Guzmán, el señalado homicida, y Germán Medina, la víctima, tuvieron una discusión.
En las imágenes se observa que el agresor sacó un arma de fuego de su pantalón y después de varios segundos le disparó a la víctima. En el lugar, permanecían dos trabajadores más y Facundo Verdini, el propietario de la peluquería, quienes presenciaron el crimen.
De acuerdo con el reporte médico difundido por medios de comunicación argentinos, el colorista de 33 años fue trasladado al Hospital Fernández, pero murió a los pocos minutos. Mientras tanto, el agresor logró escapar por una ventana y continúa prófugo de la justicia.
En diálogo con Infobae, la hermana de Medina víctima, reveló que el asesino era una persona “problemática”, sin embargo, nunca imaginaron que podría llegar a ese extremo. “No sé qué problema tenía esta persona, porque evidentemente era una persona problemática”, contó.
Según la joven, existía cierta tensión entre su hermano y su asesino, supuestamente, por “temas de clientes y agenda”. “Mi hermano me contaba y le contaba mi mamá también que había discutido un par de veces con él”, añadió.
¿Quién era Germán Medina?
Germán Medina tenía 33 años y era oriundo de la localidad de Morón. Era reconocido por su desempeño como estilista, pues llegó a trabajar en desfiles, en televisión y para clientes famosos.
Hace solo unas semanas, el local Verdini había publicado en redes sociales un video en el que presentaban al joven como parte de su equipo. El joven se mostraba divertido, amable y muy apasionado por el trabajo que realizaba.
“Soy colorista. Una de las cosas que me piden mucho es balayage en ombré, que son los que tienen el contorno, o los babylights, que son efecto como que te fuiste a la playa y se te aclaró el pelo como naturalmente en hebras muy finitas”, contaba Germán.
“La peluquería me enseñó que el reflejo del espejo también es el verdugo. Dependiendo de cómo uno está, también te invita a querer hacerte más cosas. El estado anímico de cada persona va acompañado de cómo se ve y cómo se siente. Y acá en la peluquería aprendimos que lo que hacemos con amor también se transmite a la clienta y eso se contagia”, decía.