Originaria de un pueblo pobre a casi 300 kilómetros de Argel, la boxeadora argelina Imane Khelif, objeto contra su voluntad de una polémica de género en los Juegos Olímpicos de París-2024, ha superado numerosos obstáculos y prejuicios en un país donde las mujeres no pueden practicar esta clase de deportes.
“Nuestro pueblo estaba a unos 10 km del centro de la ciudad (de Tiaret, 280 km al suroeste de Argel). Yo iba del pueblo a la ciudad. De la ciudad a la capital. De la capital al extranjero”, confiesa.
Proveniente de una familia sencilla de la región semidesértica de Tiaret, destacó las dificultades de su camino en “un pueblo de gente conservadora”.
“Provengo de una familia conservadora. El boxeo no era un deporte muy practicado por mujeres, especialmente en Argelia. Fue difícil”, dijo a Canal Algérie.
Fuerte atléticamente, jugaba al fútbol con los niños de su pueblo de Biban Mesbah, pero su capacidad para correr más rápido que ellos a veces le generaba peleas en las que respondía con golpes, lo que la llevó al boxeo.
Su padre no aprobó su decisión de dedicarse al boxeo, pero se convirtió en uno de sus mayores admiradores. Este soldador sin trabajo, de 49 años, confió orgulloso el viernes a un periodista de la AFP que su hija era para él “un ejemplo de mujer argelina, una de las heroínas de Argelia”.
“Ejemplo de mujer argelina”
Elogió “su fuerte voluntad en el trabajo y en la formación”, descartó las insinuaciones sobre su género: “Mi hija es una niña, fue criada como una niña, es una niña fuerte y valiente”.
En 2022, Imane confió a la agencia argelina APS que había pensado en dejar el boxeo: “Porque mi familia no aceptó la idea y porque la sociedad veía que yo estaba haciendo algo malo”.
Pero “todas estas barreras me hicieron más fuerte y fueron una motivación adicional para lograr mi sueño”, añadió.
Su carrera internacional despegó con su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021, en la categoría de peso ligero (-63 kg), donde obtuvo el quinto puesto, tras ser derrotada en cuartos de final por la irlandesa Kellie Harlington.
“Todo cambió para mejor, especialmente cuando la bandera de mi país ondeaba y su himno sonó en muchos países del mundo”, explicó.
En 2023 alcanzó las semifinales del Mundial de Nueva Delhi, antes de ser descalificada tras pruebas de elegibilidad de género organizadas por la Federación Internacional de Boxeo (IBA), no reconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI).
Después de su victoria de octavos de final en París-2024 contra la italiana Angela Carini, que abandonó a los 46 segundos de combate, fue blanco en las redes sociales de una campaña de odio y racismo, donde publicaciones especialmente atribuidas a la extrema derecha insinuaban que ella era “un hombre combatiendo contra mujeres”.
El COI apoyó su presencia en París-2024, así como la de la taiwanesa Lin Yu‑tin, que también tiene hiperandrogenismo.
“Todas las competidoras respetan las reglas de elegibilidad para las competiciones”, insistió Mark Adams, portavoz del COI, añadiendo que “está establecido que son mujeres”.
“Todas estas polémicas le dan fuerzas para seguir adelante”, afirmó su entrenador, Mohamed Chaoua, tras su victoria ante la italiana.
Una determinación mostrada por la argelina en el sitio web de UNICEF: “Mi sueño es ganar una medalla de oro. Si gano, las madres y los padres podrán ver hasta dónde pueden llegar sus hijos”.
“Quiero inspirar a las niñas y a los niños en Argelia”.
Con información de AFP