Hace poco menos de una semana, en Setesdal, al sur de Noruega, Oddbjørn Holum Heiland empezó a cavar detrás de su casa, una construcción de 1740, para crear espacio para una ampliación, pues su familia pretendía hacer remodelaciones en el terreno.
Al retirar la hierba y la capa superior del suelo, descubrió una piedra oblonga. En el momento en que empezó a excavar descubrió un objeto de hierro parecido a la hoja de una espada, pero muy antigua.
Tras encontrar en Internet una espada casi idéntica de la época vikinga, Heiland se dio cuenta de la importancia de su descubrimiento, dejó de excavar y se puso en contacto con el ayuntamiento del condado el lunes por la mañana.
Al día siguiente, el arqueólogo del condado Joakim Wintervoll y Jo-Simon Frøshaug Stokke, del Museo de Historia Cultural de Oslo, llegaron para examinar el yacimiento. Tras confirmar que se trataba de una tumba vikinga, Wintervoll se dispuso a investigar el extraño hallazgo.
El diseño de la espada desenterrada, que medía 70 centímetros de largo y 5 en su parte más ancha, permitió a los arqueólogos datarla a finales del siglo VIII o principios del siglo IX.
Los Heiland habían solicitado autorización para ampliar su casa histórica, pero ni ellos ni Wintervoll esperaban encontrar nada importante durante la excavación. Setesdal está lejos de otros yacimientos de patrimonio cultural, y los padres de Anne ya habían excavado alrededor de la casa en los años setenta sin descubrir ningún artefacto.
Aparte de la espada y la posible lápida, la tumba contenía una lanza, cuentas de vidrio doradas con oro, una hebilla de cinturón y un broche de bronce con un típico motivo animal vikingo. Stokke, arqueólogo del Museo de Historia Cultural de Oslo, señaló que es raro encontrar tumbas con armas de la época vikinga, sobre todo tan ricas y bien conservadas como ésta.
El ocupante de la tumba pertenecía probablemente a las altas esferas de la sociedad, como demuestra la presencia de una espada y una lanza, así como de joyas. Stokke explicó que a los vikingos les gustaba llevar joyas, por lo que no es raro encontrar este tipo de objetos en la tumba de un hombre. Con esos implementos podría determinarse si una persona era importante o no en la sociedad.
Es posible que la tumba fuera una simple fosa en el suelo, cubierta por una piedra, que sencillamente habían dejado los implementos ahí se los habían olvidado. También que su ubicación tuviera un significado simbólico, ya que enterrar al difunto cerca de su granja habría reafirmado el derecho de la familia a la tierra.
El arqueólogo especuló con la posibilidad de que en la época del enterramiento, o incluso antes, existiera un conjunto de granjas más pequeñas situadas a 100-150 metros de la tumba.
El Museo de Historia Cultural tiene previsto seguir excavando el yacimiento, aunque los arqueólogos no esperan encontrar mucho más. Si se descubre algún hueso, podrían determinar el sexo y la edad del individuo enterrado. Sin embargo, es probable que la mayor parte del material orgánico, como los huesos, se haya descompuesto con el tiempo.
Heiland se mostró entusiasmado con los posibles descubrimientos y elogió a las autoridades por su cooperación durante todo el proceso. Aunque la investigación en curso puede causar algunos retrasos en la finalización de la ampliación de su casa, Heiland reconoció la singularidad de su situación y la importancia de tener una tumba vikinga justo en el jardín de su casa.