Tras los acuerdos a los que llegó el gobierno de Donald Trump con algunos países de Centroamérica, el cual estableció un “puente” de deportaciones de ciudadanos no nacionales a regiones como Costa Rica, Guatemala y Pantana.
Estas medidas se tomaron, de acuerdo con el gobierno estadounidense, con aquellos ciudadanos de países que no aceptan vuelos de repatriación o con los que Washington tiene relaciones tensas. En el proceso, verifican las entidades y antecedentes penales. Así mismo, organizan rutas y vuelos, con el fin de buscar un destino diferente a su nación de origen.
Migrantes asiáticos enfrentan incertidumbre en Panamá
En un albergue ubicado en la selvática provincia del Darién, en Panamá, un gran grupo de migrantes asiáticos aguarda una solución a su situación migratoria tras ser deportados de Estados Unidos por el gobierno de Donald Trump.
El refugio de San Vicente, custodiado por uniformados panameños, se encuentra a unos 220 kilómetros de la capital y es rodeado por pastizales donde pastan vacas. Los migrantes llegaron allí el miércoles, luego de haber estado confinados en un hotel en Ciudad de Panamá.
Este centro fue construido hace poco más de dos años para recibir temporalmente a quienes cruzaban la peligrosa selva del Darién rumbo a Norteamérica, ahora alberga a migrantes que se niegan a ser repatriados. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está a cargo de encontrarles un país seguro para su reasentamiento.
De los 299 ciudadanos deportados que arribaron a Panamá en tres vuelos la semana pasada, aquellos que aceptaron la repatriación permanecen en el hotel Decápolis, en la capital, a la espera de que finalicen los trámites.
De acuerdo con lo que dijo un oficial panameño en el Darién a AFP: “El que viene del sur [hacia Estados Unidos] viene con una ilusión, pero el que viene del norte [deportado de Estados Unidos], ya la perdió”.
En la selva, el calor y la humedad resultan sofocantes. Solo en 2023, más de medio millón de personas cruzaron esta inhóspita región a pie con la esperanza de llegar a EE. UU., mientras que en 2024 la cifra se redujo a unas 300.000.
Condiciones en el albergue
Los migrantes en San Vicente tienen prohibido salir del recinto, que es vigilado por funcionarios de Migración y la Policía Fronteriza (Senafront). El acceso al lugar está restringido y la vegetación impide su visibilidad desde la carretera.
En el interior, los albergados reciben tres comidas diarias y atención en un centro de salud improvisado. Un oficial panameño destacó que la alimentación que reciben es de buena calidad: “Su comida es mejor que la que reciben nuestros funcionarios”, afirmó a AFP
Países de tránsito migratorio
Panamá, al igual que Costa Rica y Guatemala, aceptaron este paso de migrantes, tras un acuerdo alcanzando posterior a la visita del nuevo secretario de Estado, Marco Rubio.
El jueves, Costa Rica recibió a 135 migrantes, en su mayoría asiáticos, incluidos 65 niños y dos mujeres embarazadas. Fueron trasladados al albergue Catem, en la frontera con Panamá, para gestionar su repatriación.
Mientras tanto, a unos 30 kilómetros del albergue de San Vicente, en Lajas Blancas, otro refugio acoge a 370 migrantes que lograron cruzar desde Colombia con la esperanza de llegar a Estados Unidos. En su mayoría, son venezolanos que continúan su difícil travesía.
Con información de Afp.