Jill Biden, la nueva primera dama de Estados Unidos, marcará la diferencia frente a Melania Trump, según analistas, debido a las disimilitudes en su educación, formación y trayectoria, pero además en cuanto a la actitud al asumir dicho papel.
La misma señora Trump habría dicho a Sotto Voce que no era su interés ser una ‘first lady’, mientras que la señora Biden —quien será la primera dama de la historia del país con un doctorado— parece disfrutar el papel de ‘partner’ de su esposo, con el que ha luchado hombro a hombro por su ascenso al poder.
Al igual que su marido, Jill será la primera abuela que pise la Casa Blanca, a sus casi 70 años. A diferencia de las pasadas primeras damas, ella planea seguir con su trabajo y además llega como la más estudiada de todas. Según el internacionalista y politólogo Ancisar Marroquín, Jill, casada por segunda vez, a cuya hija se suman los dos hijos del matrimonio anterior de Bide, “tiene una licenciatura, dos maestrías y un doctorado en educación de la Universidad de Delaware, lo que la convierte en una de las primeras damas estadounidenses mejor formadas académicamente junto a Bárbara Bush”.
Enfatiza Marroquín, director académico del Instituto de Altos Estudios para la Gestión Pública, que dentro de la agenda de la señora Biden estará el tema de la educación, que ella conoce bastante bien, y que también la primera dama “ha dicho que seguirá ejerciendo como profesora, algo prácticamente imposible, debido a las múltiples tareas que debe realizar la anfitriona de la Casa Blanca, que cuenta con un gabinete conformado por un jefe de gabinete, un jefe de relaciones sociales, un secretario de prensa, un cocinero y un florista”.
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Se cree que ella también tendrá entre sus prioridades los colegios comunitarios, ya que ha sido profesora en estos centros y conoce bien ese modelo educativo que beneficia a las personas que no pueden asistir a una universidad. “Es posible que se enfoque en trabajar en la extensión, conformación y fortalecimiento de estos espacios que brindan oportunidades de estudio a quienes no las tienen”, dice Marroquín.
Otro seguro énfasis durante su periodo será trabajar por el mejoramiento de la salud mental de la población vulnerable. Cabe resaltar que ella trabajó antes en un hospital psiquiátrico de adolescentes, dando clases de inglés, así que es probable que trabaje en el tema de la salud mental en militares, veteranos y retirados. Ya planteó públicamente la necesidad de trabajar en la salud mental en los colegios.
Y con el bagaje que tiene por haber sido durante ocho años la segunda dama (al ser la esposa del vicepresidente) y por acompañar a la entonces primera dama Michelle Obama en su labor, sabrá, según Marroquín, “qué hacer, qué no y qué mejorar”. Ya que ambas crearon juntas el programa Joining Forces, para que militares y veteranos se ejercitaran más y mejoraran su salud y la de las personas en general.
Jill también ha venido trabajando desde antes en la lucha para la prevención en el cáncer de mama. “Tal vez no será muy activa políticamente, pero sí en las propuestas y programas que no dividan sino que unan, como la educación y la salud mental”, agrega Marroquín.
Para el analista en estilo Jorge Dusterdieck, las diferencias entre la primera dama saliente y la entrante no sólo son cuestión de imagen exterior, “el recuerdo que deja Melania es el de una mujer elegante, bonita, pero no dejó huella de una labor específica. Y uno venía acostumbrado a ver en ese puesto a mujeres trabajadoras, preparadas o muy activas en el campo social”.
Para los estadounidenses, de acuerdo con Dusterdieck, “el papel de las primeras damas siempre ha sido importante, el de señoras como Eleanor Roosevelt, Nancy Reagan, Laura Bush y Michelle Obama. Jill Biden parece estar acorde con dichos perfiles, siendo una mujer muy preparada. No la veremos como la diosa de las pasarelas o los vestidos, tendrá una elegancia clásica, no muy de avanzada ni muy lanzada, pero a tono con su esencia”.
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Por su parte, el relacionista público Juan Carlos Uribe, quien fue asesor de Luz Elena Azcárate, primera dama de Cali, destaca que Jill Biden tendrá un protagonismo muy importante en el ámbito de la moda al ser una mujer clásica, pero a la vez moderna, “Jill Biden es una mujer que se conserva muy bella. En sus fotos veo una mujer tradicional, pero con un carisma impactante. Pienso que tiene un estilo muy propio y a la vez conservador, sin querer decir que Melania Trump no lo fuera, porque ella también fue una primera dama en esa misma línea. En el tema de los accesorios Biden es muy sutil, joyas pequeñas, y se ve que se decanta por las perlas. Ella sabe que está en una edad y en un momento importante, por lo que la unión de su estilo y su labor jugará un gran papel”.
Lo cierto es que si algo diferencia a Jill Biden de Melania Trump es la experiencia política y profesional de la primera. Para el periodista Juan Carlos Giraldo, “Melania básicamente ha sido una ‘figura decorativa’ al lado de Trump. No podemos decir que no cumplió una labor, pero desde el primer día de la posesión de su esposo, parecía obligada, se le notaba la cara de disgusto; la señora Biden, en cambio se disfruta su papel y cuenta con la confianza de su esposo, al igual que lo hizo Barack Obama con Michelle, y es seguro que le va a delegar muchas funciones, contrario a Trump quien no parecía confiar en la inteligencia o capacidad de trabajo de su esposa”.
“Ahora estamos hablando de una educadora, que ha sido profesora y estudió mercadeo de moda. Su estilo es muy definido, dentro de una línea clásica, sin ser aburrida. Cuando ganó su esposo lució un Oscar de la Renta, uno de sus diseñadores favoritos junto a Carolina Herrera. Aunque no es de lujos ni exageraciones, le gusta la ropa bonita y fina. Ya hay muchos hablando del efecto Jill. A nivel de imagen no creo que desentone jamás en ningún acto, al igual que Melania, quien se asesoró y logró salir airosa hasta el final”, opina Giraldo.