Ruido, calles imposibles de transitar por la densidad del tráfico, una gran cantidad de personas que colmaban las aceras del país más poblado del mundo hacían parte de un día cotidiano en China. Normalidad que fue perturbada desde hace cuatro semanas, cuando irrumpió el coronavirus.

Así lo describe Alejandra Acosta Ríos, una caleña de 19 años que llegó a China hace nueve meses con la esperanza de comenzar su carrera internacional en la música. Sin embargo, el destino le tenía preparado vivir una crisis de salud mundial lejos de su hogar.

El coronavirus comenzó como una infección respiratoria que inicialmente afectó a 59 personas en la ciudad de Wuhan y se propagó por todo el país. Hoy ya son más de 4500 los individuos infectados y el panorama es desolador.

“Las personas no salen de sus casas, el comercio está cerrado y lo único que se escucha es el fuerte sonido del viento”, dice Alejandra.

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Según cuenta la joven, salir del país se convirtió en una odisea, pues las aerolíneas no dan abasto. Además para poder ingresar en el aeropuerto o a una estación de tren se debe pasar por un medidor de temperatura corporal, parecido a un detector de metales, que revela si el pasajero es un posible portador del virus. Si el resultado es positivo, será llevado a un hospital.

Hay quienes prefieren quedarse en casa para no correr el riesgo de contraer el virus que ya deja, al cierre de esta edición, 106 víctimas mortales.

Para Alejandra lo más difícil de esta emergencia es permanecer en cuarentena, pues sufre de claustrofobia.

“El sol dura al día máximo 5 horas, llega un punto en el que me desespero y no puedo hacer nada para cambiarlo. He aprendido a ser paciente y buscar la forma de tomar las cosas con calma”, relata.

La única compañía de Alejandra en su frío apartamento es la televisión, donde no se habla más que del virus de Wuhan.

También busca distracción en la red social Wechat, usada en China, que le informa que sus conocidos y amigos en ese país se encuentran en su misma situación: encerrados.

“Las autoridades recomiendan por todos los medios de comunicación que permanezcamos en nuestros hogares mientras la situación se controla, además hacen énfasis en mantener una buena higiene personal, sobretodo en las manos”, comenta.

El llamado a la calma está por todas partes, las medidas de precaución son conocidas por todos los ciudadanos. “Si una persona te ve sin tapabocas, lo primero que hace es pasarte uno. Todos estamos evitando la propagación”, señala Alejandra.

La producción de tapabocas en las fábricas textiles ha aumentado. “La idea es que sean desechables y normalmente uno se pone dos tapabocas a la vez”.

En cuanto a la alimentación, Alejandra ha tomado su propia medida, decidió no consumir proteína animal. Los vegetales y otros alimentos no perecederos están siendo parte de su dieta diaria.

Sin embargo, los insumos que tiene en su apartamento le durarán una semana más según sus cálculos. “Espero que hasta eso la situación esté un poco más controlada y pueda salir, no me toma más de 10 minutos ir a la tienda y comprar lo que necesito, pero si salgo es bajo mi propio riesgo”, comenta.

No tener contacto con animales de granja es otra de las recomendaciones del Estado, ya que pueden ser portadores del virus. “Esto es difícil de controlar porque aquí a las personas les gusta comprar los animales vivos y tenerlos en la casa para consumir la carne más fresca”, dice.

Y agrega: “Nos recomiendan que los alimentos los cocinemos muy bien. Los huevos, la carne, todo debe estar muy bien cocinado para evitar que alguna célula del alimento que esté contaminada nos haga daño”.

El gobierno de China está construyendo un centro hospitalario en Wuhan para atender a mil personas afectadas por el virus. Estará listo el 4 de febrero.

Yiwu, ciudad donde vive Alejandra, está ubicada en el centro de la provincia de Zhejiang al este de China. Es considerada el mercado mayorista más grande del mundo y sus exportaciones abastecen gran parte del comercio mundial.

En sus calles se comprueba la crisis que atraviesa China por el coronavirus. La ausencia de vendedores y compradores es evidente. Se cuentan dos o tres carros en las calles y hasta las tiendas de alimentos han sido cerradas. Según dice Alejandra.

“La tristeza es inmensa, las personas están abandonando sus casas, sus trabajos y renunciando a su vida. Aplazaron la fecha de apertura de todos los establecimientos, universidades, tiendas y supermercados que normalmente era a mediados de enero que iniciaban labores”, dice la caleña.

Alejandra expresa también que la cifra de fallecidos hasta ahora es mínima en comparación con la cantidad de personas que hay en el país —1,306,313,800 habitantes aproximadamente— “China es un país gigante, hasta ahora ni siquiera el 1 % de la población se ha enfermado y el gobierno ha podido salvar muchas vidas en los hospitales por toda la tecnología en medicamentos y aparatología que hay”.

El Shanghai East Hospital de la Universidad de Tongji ha anunciado la aprobación de un proyecto en el cual buscan desarrollar una vacuna que combata el coronavirus (2019-nCoV) y esperan iniciar las pruebas de dicho medicamento en menos de 40 días.

“La verdad no pienso regresar a Colombia aún, muchas personas dicen que este virus no es tan fuerte como el que llegó a China en 2003. Tengo la esperanza de que la tecnología y la medicina avanzada del país brinde una solución pronto” concluye Acosta.

Alcalde de Wuhan ofrece dimitir

El alcalde de Wuhan -capital de la provincia china de Hubei y epicentro del brote de un nuevo coronavirus que ya ha dejado al menos 106 muertos ofreció dimitir por su decisión de cerrar la ciudad para contener la enfermedad.

“Si el público piensa que estábamos equivocados, dimitiremos. Cerramos las puertas (de la ciudad), lo que podría cortar (la propagación de) la enfermedad. Sin embargo, la historia nos culpará o no. Siempre y cuando sea beneficioso para el control de la enfermedad y la seguridad de la gente. Asumiremos cualquier responsabilidad que tengamos que asumir”, dijo el alcalde de Wuha Ma Guoqiang.