Mohammad Mehdi Karami, un joven de 22 años murió ahorcado el pasado 7 de enero luego de ser condenado a muerte por participar en las protestas en Irán, en diciembre del año pasado.
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El joven iraní fue detenido por las autoridades de Irán por “propagar la corrupción en la tierra”. 65 días después de su arresto, Mohammad fue llevado a la horca en secreto, sin avisar a su abogado ni a su familia. Solo le dieron 15 minutos para defenderse ante el tribunal y finalmente fue ejecutado.
“Papá, nos dieron el veredicto. El mío es la pena de muerte. No le digas nada a mamá”, fueron las últimas palabras de Mohammad a su padre, quien ha reiterado la inocencia de su hijo.
Junto a Mohammad otros 3 jóvenes fueron ejecutados. La lista de condenados a muerte por participar en las protestas ya suma 18 personas.
Organizaciones de derechos humanos aseguran que el régimen iraní acude a las ejecuciones para infundir miedo en la población que ha salido a las calles a protestar desde septiembre, tras el asesinato de Masha Amini a manos de la llamada ‘policía de la moral’.
“Las autoridades iraníes están acudiendo a la pena de muerte como arma de represión política. Exigimos a la comunidad internacional que actúe para evitar que personas como Mohammad y otras sean ejecutadas en Irán”, indicó la organización Amnistía internacional en su portal oficial.
Grupos activistas denunciaron que Karami fue torturado por policías mientras se encontraba en prisión. El joven alcanzó a comunicarse con su familia y confesó que los agentes de seguridad lo golpeaban hasta dejarlo inconsciente, además, dijo que habían amenazado con violarlo durante los interrogatorios.
El padre del joven, Mashalah Karami, continuará defendiendo la inocencia de su hijo frente a los tribunales iraníes.