La gravedad artificial, tan vista en películas de ciencia ficción, ha dado un paso adelante en los laboratorios de la Universidad de Colorado (CU) en Boulder, donde se busca que en un futuro cercano sea una realidad en naves y estaciones especiales.
De acuerdo a un comunicado de la institución estadounidense difundido este martes, el equipo liderado por Torin Clark ha elaborado un prototipo que, aunque sin la suntuosidad retratada en películas como "2001: Odisea en el espacio", reproducirá gravedad en naves y bases espaciales, lo que a su vez permitirá mantener saludables a los astronautas.
"En el espacio, los astronautas pierden masa ósea y masa muscular, su sistema cardiovascular pierde tonificación y sufren de otros efectos. Hasta ahora, sólo existen una serie de contramedidas desconectadas para superar esos problemas", expresó Clark en declaraciones que recoge la nota.
La nueva tecnología permitirá que los humanos contrarresten los efectos negativos de la falta de gravedad, lo que a su vez llevará a extender los periodos de tiempo que podrán pasar fuera de la Tierra y, por ende, las misiones llegar a lugares más distantes.
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La idea es instalar "salas" de gravedad artificial en estaciones espaciales para que los astronautas pasen en ellas "unas pocas horas al día para recibir sus dosis diarias de gravedad". Como una visita al spa a fin de combatir la ingravidez, explicó Clark.
El prototipo de la máquina de gravedad artificial elaborado en el Departamento de Ciencias de Ingeniería Aeroespacial de CU-Boulder consiste en una plataforma metálica, como una camilla de hospital, dentro de una máquina centrífuga de radio reducido, con una velocidad de rotación variable.
El parecido de esta máquina con un juego mecánico de parques de diversiones es notorio, como reconoce Clark, pero mientras dichos artilugios hacen que las personas se sientan mareadas o desorientadas, debido a la gravedad, el prototipo creado por el equipo de Clark es ajeno a esos efectos y ha logrado que el cuerpo humano se adapte a los efectos de la gravedad artificial.
Los investigadores encontraron que cuando un voluntario usa la máquina unas diez veces ya deja de sentir la ilusión de estar cayendo.
"El punto de nuestro trabajo es tratar de que más personas piensen que la gravedad artificial no es una locura y que quizá tenga un lugar fuera de la ciencia ficción", expresó Kathrine Bretl, estudiante graduada que fue parte de la investigación.