“Cuando me hablan de las Torres Gemelas es algo que me produce nostalgia y tristeza. Allí, dentro de esas edificaciones, pasé seis años de mi vida y de una u otra manera siempre estuve conectado a ellas. Fueron parte de mi vida, de mi pasado y de lo que soy en este momento como profesional y como persona.

Era 1991 cuando me vine a los Estados Unidos con 21 años, luego de haber debutado con Atlético Huila en el fútbol profesional colombiano, en el torneo de la B. Me radiqué en Nueva York y comencé a jugar en ligas menores. Mi sueño era ser futbolista.

Llegué a laborar en las Torres gracias, precisamente, al fútbol. Hice parte de un equipo en Nueva York que se llamaba La Pequeña Colombia, recuerdo que jugué con Juan Carlos Osorio, actual entrenador del América y con quien tengo una buena relación. Un compañero de ese equipo, que trabaja en una empresa de aseo, y que prestaba servicios en las Torres, nos referenció con el dueño de la empresa, quien estaba interesado en armar un equipo de fútbol.

En 1992 ingresé a trabajar en las Torres como conserje. Estuve seis años hasta cuando ya me dediqué de lleno al fútbol profesional acá en EE.UU.
Recuerdo que en ese tiempo tuve la fortuna de alternar mi trabajo con los entrenos y partidos. Me tocaba ir a las Torres a laborar de 5 de la tarde a 12 de la noche y el resto del día lo aprovechaba para el fútbol.

Muchas veces me tocaba realizar limpieza de pisos, de baños o de las cafeterías que estaban en los niveles intermedios de las Torres. Me tocó asistir a la Torre 1, la Torre 2 y la Torre 5 que era una edificación más pequeña ubicada allí mismo en el World Trade Center.

El piso más alto al que llegué trabajando fue el 71. Pero evocando a mi memoria, subíamos en las noches, sobre todo en verano, con los compañeros, hasta el mirador de la Torre 2 que nos permitía ver lo hermoso que se observaba Nueva York iluminada.

Las Torres Gemelas eran como una ciudad dentro de otra ciudad. Había compañías de todo tipo y por supuesto uno se encontraba con colombianos que laboraban en distintas oficinas.

En 1993, el destino quiso que sobreviviera al primer ataque terrorista que sufrieron las Torres Gemelas. Cuando un camión, con 680 kg de explosivos en su interior, estalló muy cerca de mi puesto de trabajo. Por fortuna estaba en mi rato de descanso almorzando en un restaurante chino.

Eso fue un viernes, era día de pago, me habían dado un cheque y tenía media hora extra, así que salí a realizar esa diligencia y mucha gente se salvó porque estaba en la calle.

En 1997 me retiro de trabajar en las Torres Gemelas porque pasé unas pruebas y me contrató el equipo DC United de la MLS. Mucha gente que me conoció como empleado en ese sitio, me demuestra aún su cariño y admiración por haber salido adelante en el fútbol.

Soy orgulloso de haber tenido esa experiencia, algo que me ayudó a crecer como profesional.

El día de los atentados del 11 de septiembre de 2001, estaba a pocas horas de abordar un vuelo que nos llevaba a Nueva York para disputar un partido ante MetroStars, yo jugaba en ese momento para Miami Fusion.

Ese día por la mañana, viajábamos y mi auto tenía una lámpara fundida. Lo llevé a un taller para que la cambiaran antes de irme y cuando entregué el carro, el mecánico me dijo que había escuchado que una avioneta se había estrellado contra el Empire State. Luego fui a la sala de espera y vi por televisión que en realidad era el World Trade Center el que estaba en llamas.

Estaba viendo la transmisión cuando se estrella el segundo avión y quedé perplejo. Pensé inicialmente que era una repetición del impacto de la primera aeronave que ya se había estrellado con una de las Torres, pero infortunadamente confirmamos que era un atentado terrorista.

Regresé a casa y junto a mi esposa vimos la noticia. Cuando las Torres Gemelas se derrumbaron, se me vinieron las lágrimas, fue una sensación devastadora.

Fue un día muy angustioso. Antes de cada partido me comunicaba con mis padres que en ese entonces estaban vivos. Horas antes le comenté a mi madre que viajaba a Nueva York y que me vería con mis hermanos. Cuando llegó la noticia a Colombia, mi madre, que estaba en Palmira, se puso muy mal porque ella pensaba que nosotros habíamos alcanzado a abordar el vuelo.

Fueron horas de mucho estrés porque tengo una hermana que trabajaba a tres cuadras de la zona de los atentados, las comunicaciones no funcionaron sino hasta la tarde de ese día, pero por fortuna mi familia no sufrió daño.

Me dio mucho pesar el saber que los que murieron en los edificios eran inocentes. Un atentado como ese nos dejó a todos muy tristes, por la gran cantidad de víctimas y que seguramente personas que me encontré y saludé en los años que trabajé allí, fallecieron.

Un mes y medio después terminó la liga profesional y yo quedé en el mejor equipo de la temporada. En la premiación, que se efectuó en Columbus, se hizo un homenaje a los policías y bomberos que murieron en el atentado. Esa velada fue especial porque conocí a varios de esos héroes que hicieron parte del operativo de rescate, fue algo emotivo.

Entre los dos atentados tengo recuerdos suficientes en mi cabeza a lo que hay que añadir una coincidencia: el 11 de septiembre es un día que nunca voy a olvidar porque es la fecha del cumpleaños de mi esposa, así que es un día que siempre va a estar muy ligado a mí por múltiples razones.