Pese a que para las personas a simple vista no es algo evidente, algunos expertos aseguran que la luna se está alejando de la Tierra. En ese sentido, consideran que el radio de su órbita aumenta unos 3,78 cm por año.
De acuerdo con los científicos que han indagado al respecto, en cuanto la Luna se asentó en su órbita en torno a la Tierra, esta se encontraba a unos 22.500 km de distancia, mientras que, actualmente, el valor de la misma es de 384.400 km. Con los años, entonces, la Luna se posiciona unas 17 veces más lejos.
Incluso, es por ello que se prevé que hace unos 1400 millones de años, los días duraban tan solo 18 horas y, por lo tanto, la vida en el planeta era completamente distinta a como lo es actualmente.
Para entenderlo mejor, en el portal de National Geographic, se basan en la tercera ley de Isaac Newton, que explica que, cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, el segundo también genera una fuerza hacia el primero, de igual magnitud y dirección opuesta.
Ahora bien, hay que tener claro que cuando el planeta rota, se enfrenta a una gran fuerza de rozamiento que se ocasiona por los océanos y los mares que lo cubren y que, con el paso del tiempo, esta hace que gire más lentamente sobre su eje.
Y como la Tierra y la Luna están unidas gravitacionalmente, y para cada acción existe una reacción, a medida que el movimiento en la Tierra se ralentiza, el de la Luna se acelera. Como resultado de esta aceleración, aumenta la fuerza centrífuga, que tira del satélite hacia afuera, separándolo progresivamente del planeta Tierra.
Sin embargo, este alejamiento es tan sutil que los posibles cambios no serán apreciables e, incluso si la Tierra continuara ralentizando su rotación, los posibles efectos tardarían miles de millones de años en aparecer.
Los expertos han estimado que, antes de que esto suceda, el Sol alcanzará una edad avanzada, se expandirá y se convertirá en un gigante rojo que tragaría a buena parte del Sistema Solar, incluyendo entre ellos a la Tierra y la Luna.
Todo esto se sabe gracias a los datos recopilados desde el año 1969 cuando, como parte del programa Apolo de la NASA, el hombre puso el pie en la Luna. Durante esa época los astronautas dejaron en la Luna una serie de reflectores que se ubicaron estratégicamente, tal y como si se tratase de pequeños espejos en fila.