Acabar con la pobreza, salarios en dólares, poner fin al caos en los servicios públicos o dejar atrás las sanciones estadounidenses: un mar de promesas casi milagrosas surgieron en la campaña para las elecciones parlamentarias que se realizarán este domingo en Venezuela.

Un país castigado por la imparable inflación, interminables filas para poner gasolina -que solo exceptúan a Caracas-, extenuantes cortes eléctricos y fallas en el suministro de agua y gas. “Si usted quiere que recuperemos la economía, si usted quiere que recuperemos el país, que recuperemos los salarios, que recuperemos todo, hay que salir a votar”, dijo el presidente Nicolás Maduro al llamar a participar.

Con los principales partidos de oposición marginados de una contienda que consideran un “fraude”, el chavismo ha activado toda su maquinaria para lo que ha descrito como una contienda “histórica”. “Tenemos doce leyes propuestas ya por ustedes, a través de miles y miles de mensajes que nos llegaron”, dijo el dirigente del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Jorge Rodríguez, al ofrecer leyes “que defiendan a la familia venezolana” e invitar a la militancia a movilizarse “por millones “para decir, ¡paren las sanciones!, ¡paren el bloqueo!, ¡respeten a Venezuela!”.

Es que sortear las sanciones estadounidenses, que incluyen un embargo petrolero vigente desde abril de 2019, ha constituido el foco del discurso gobiernista durante la campaña, además de la promesa de castigar a “terroristas” y “traidores”, como el presidente interino Juan Guaidó.

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En la oposición disidente, que sí participa de los comicios, se habla de reconciliación y de acuerdos con Washington para flexibilizar sanciones y de anclar los pulverizados salarios al dólar, como propone el pastor Javier Bertucci, que busca una de los 277 curules del nuevo Parlamento.

“Desde la Asamblea vamos a armar una ley que permita que el pueblo gane en dólares o el equivalente en bolívares en dólares para que pueden comprar su comida”, ofreció en un acto de campaña en Valencia: “¡Vienen días mejores!”.

El futuro de esas promesas es incierto, mientras expertos calculan que el chavismo tendrá un control mayoritario de la nueva legislatura.

“Nos han prometido de todo”

A sus 69 años, José Ramírez, dijo estar saturado de promesas incumplidas. “Nos han prometido de todo”, contó a la AFP, mientras esperaba que el conductor de un camión le regalara unos litros de gasoil para su cocina artesanal, una solución a la que recurrió por las fallas en el servicio de gas doméstico.

No es que las promesas electorales en Venezuela sean algo nuevo, observa Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas: “La demagogia le hace un daño tremendo a la democracia”.

Ramírez, que tuvo que dejar su trabajo en una cantera de mármol tras sufrir tres hernias, tiene pocas esperanzas en que un nuevo Parlamento cambie algo en relación al colapso de los servicios básicos. “Uno va a votar y los servicios no funcionan”, indicó el hombre cuya principal preocupación es adquirir alimentos en medio de la vorágine inflacionaria. “Los servicios y la comida es lo más difícil”.

Jesús Alfonso Lombano, habitante de Petare, uno de las barriadas más grandes de Venezuela, está convencido de ir a votar para “salir de este peo (conflicto)” en el país. “Esa gente que está en la Asamblea no sirve”.

Entre tanto, promesas de cambio de régimen siguen llegando del lado de Guaidó, quien alienta una consulta al margen del ente electoral para el 12 de diciembre, al igual que en julio de 2017. “Uno de nuestros pilares en la estrategia para lograr el cambio en Venezuela es ejercer la mayoría y para eso es la consulta popular”, señaló.

El analista Felix Séijas indicó que las promesas “responden al intento de activar” a la gente. “El chavismo, sobre todo, sabe que tiene un techo electoral de cinco millones y medio de votos. Su preocupación es cómo hacerlos ir mañana a las urnas”. Tal vez por eso Diosdado Cabello, segundo del régimen, pasó esta semana a las amenazas: “El que no vote, no come, se le aplica una cuarentena ahí sin comer”.

Dos símbolos

Nicolás Maduro Guerra, hijo del hoy Presidente de Venezuela y aspirante a una curul en La Guaira, dice que “es la vida, que me ha traído aquí”.

De 30 años, rechaza los cuestionamientos a la legitimidad de las votaciones de mañana: “Vamos a solucionar con la nueva Asamblea Nacional los problemas que tengamos. La oposición no tiene plan para el país”.

Entre tanto, acusado por los aliados de Guaidó de colaborar con Maduro, Javier Bertucci, candidato por el estado Carabobo, se defiende: “Nos hemos llamado una nueva oposición, dicen que a la medida de Gobierno, colaboracionista, pero el mayor colaboracionista de este Gobierno es esa oposición radical (...) que quiere seguir en el conflicto, porque ese conflicto se convirtió en un gran negocio para ellos”. Carismático pastor evangélico de 51 años, saltó a la palestra pública en 2018, al inscribir su candidatura a las presidenciales en las que Maduro fue reelecto, rompiendo otro boicot opositor.

“Son una ficción”

Las elecciones legislativas de este domingo en Venezuela, boicoteadas por gran parte de la oposición, son una “ficción” que carece de validez legal, afirmó la Asociación Internacional de Abogados.

La votación no reflejará la “inequívoca y clara expresión voluntaria de la mayoría de los venezolanos”, por lo que “se trata simplemente de una ficción carente de consecuencias jurídicas válidas”, señaló Juan Carlos Gutiérrez, vocero del gremio, desde Madrid.

En un documento, firmado por más de mil juristas de 40 países según la asociación, se señala que “ante la ausencia (...) de las garantías políticas y jurídicas (...), estimamos que tales elecciones son inválidas y rechazamos, por ello, su celebración”.

Asimismo, la World Jurist Association pidió que “la legitimidad de la Asamblea Nacional de Venezuela”, único poder controlado por la oposición, se preserve más allá del 5 de enero, cuando vence su periodo, para “garantizar la protección de los Derechos Humanos en el vecino país.