La organización internacional Médicos Sin Fronteras alertó de los riesgos para la salud física y mental de la población solicitante de asilo y migrante de Centroamérica, debido a las políticas migratorias de Estados Unidos y México.
En el informe 'Sin Salida' de la organización, los datos médicos evidencian los altos niveles de violencia, abuso y malos tratos sufridos por migrantes y refugiados en sus países de origen, a lo largo de la ruta de migración y bajo la custodia de las autoridades estadounidenses y mexicanas.
Los niveles de violencia del Triángulo Norte de Centroamérica (TNCA, que comprende a Honduras, Guatemala y El Salvador) son comparables a los de las zonas de guerra donde Médicos Sin Fronteras, MSF, ha estado trabajando durante décadas y son un factor determinante del fenómeno migratorio.
"Después de años de atención a población centroamericana en tránsito por México y con base en los testimonios y datos de nuestras consultas, tenemos claro que muchos de nuestros pacientes huyen desesperadamente de la violencia en sus países", explica Sergio Martin, coordinador general de los proyectos de MSF en México.
Más del 75% de las personas que viajan con niños manifiesta que salieron de sus casas debido a la violencia, incluidos los intentos de reclutamiento forzado por parte de pandillas.
“Necesitan protección, asistencia y la oportunidad de poder solicitar asilo. En vez de esto, se enfrentan a más violencia en la ruta migratoria y se les prohíbe la estancia en los países donde podrían estar a salvo. Quedan atrapados y sin ninguna posibilidad de acceder a mecanismos de protección”, añadió.
El informe Sin Salida, se basa en 480 entrevistas y testimonios de migrantes y solicitantes de asilo centroamericanos; así como en los datos y la experiencia de los equipos de MSF que atendieron a más de 26.000 personas a lo largo de la ruta migratoria durante los primeros 9 meses de 2019.
La mitad de los entrevistados (45,8%) cita al menos un hecho violento como motivación para salir de sus países.
Esta cifra se eleva al 61,9% si consideramos a la población que afirma haber estado expuesto a algún evento violento durante los dos años anteriores a su migración.
Más del 75% de las personas que viajan con niños manifiesta que salieron de sus casas debido a la violencia, incluidos los intentos de reclutamiento forzado por parte de pandillas. Esta violencia se reproduce en su viaje por México: el 57,3% de las personas entrevistadas estuvo expuesta a algún tipo de violencia a lo largo de la ruta, incluidos casos de asaltos, extorsiones, agresiones sexuales y torturas.
El denominado Protocolo de Protección de los Migrantes (conocido como ‘Quédate en México’) fuerza a aquellos que solicitan asilo en EEUU a permanecer en México, expuestos de forma recurrente a intentos de secuestro y otras situaciones violentas que ponen en riesgo su vida.
Solo en octubre de 2019, el 75 % de pacientes de MSF (33/44) obligados a permanecer en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo refirieron haber sido secuestrados durante varios días con fines extorsivos.
“Sin medidas efectivas de protección, quedan a merced de las redes de tráfico de personas y de las organizaciones criminales que se aprovechan de los más vulnerables. Todo esto tiene graves consecuencias para su salud física y mental", explicó Martin.
MSF brinda atención médica y de salud mental en México a personas que han sido detenidas y deportadas por los Estados Unidos y que relatan terribles condiciones de reclusión en los EEUU, en celdas frías (descritas en español como hieleras o congeladores), con las luces encendidas las 24 horas del día, con acceso limitado a atención médica, sin comida, ropa ni mantas adecuadas.
En México, los equipos también realizaron visitas a diferentes Estaciones Migratorias donde el hacinamiento, la atención médica insuficiente y la falta de recursos adecuados son denominador común.
Los equipos trataron a personas con enfermedades infecciosas y diarrea, así como a víctimas de violencia y, en especial, con necesidades acuciantes de atención psicológica.
Las recientes medidas adoptadas por el Gobierno de Estados Unidos y los acuerdos bilaterales entre los diferentes Gobiernos de la región suponen el desmantelamiento de facto de las políticas de protección. Dejan a los refugiados y solicitantes de asilo sin países a los que acudir en busca de protección y sin opciones para escapar de la violencia.
Además de las patologías propias de una población en tránsito en condiciones precarias (infecciones respiratorias, afectaciones cutáneas o problemas osteomusculares agudos, entre otros), los equipos de MSF tratan contusiones, abusos sexuales, violaciones y diversas heridas producidas durante los asaltos y los secuestros. La violencia es una de las causas principales por la que los pacientes recurren a los servicios de salud mental con cuadros de ansiedad, depresión o estrés post-traumático.
“Estados Unidos y México tienen que incorporar la dimensión personal a la hora de diseñar las políticas migratorias, garantizando que las víctimas de la violencia tengan acceso a asistencia humanitaria, servicios de salud y protección. Todas las personas, independientemente de su estatus legal, merecen ser tratadas con dignidad”, denuncia Marc Bosch, coordinador de los programas de MSF en América Latina.