Llegó agosto y con él la promesa de deleitarse con los espectáculos visuales que la Luna brindará a sus no pocos admiradores en la tierra.
De hecho, “lunatico” es un término castizo que recuerda la influencia que el satélite de la Tierra tiene sobre los seres humanos, pero también sobre el resto de la naturaleza.
Quienes se sientan inspirados o curiosos por el astro, tendrán este mes la oportunidad de ahondar un poco más en ello gracias a las súperlunas de agosto.
El fenómeno se da cuando la Luna se encuentra en perigeo, es decir, en su punto más cercano a la Tierra.
Esa es la razón por la que se ve 14 por ciento más grande y un 30 por ciento más brillante, como sucedió el 1 de agosto pasado, fecha en que el fenómeno tiene nombre propio: luna de esturión, nombre que le dieron los indígenas de América del Norte, porque coincidía con la subienda de ese pez. En ese momento el satélite se ubicó a unos 357.530 kilómetros.
El 3 de julio pasado también se había registrado una superluna, cuando el astro estaba a 361.934 km de distancia de la Tierra.
Pero todavía no es tarde para contemplar la belleza de este fenómeno, pues el 31 de agosto y el 29 de septiembre volverá la superluna.
El término superluna es una invención del astrólogo Richard Nolan en 1979 y caló tanto que, a pesar de no ser una expresión científica, ya hasta han aprendido a usarla los científicos de la NASA.
Aunque todos los años hay superlunas, hay unas de mayor magnitud porque la Luna está mucho más cerca del planeta.
En particular, se recuerdan las superlunas de enero de 1948 y noviembre de 2016. La próxima superluna de características especiales se dará en noviembre de 2034, de acuerdo con los encargados de predecir los fenómenos espaciales.
Mientras tanto, habrá que conformarse con las lunas azules más cercanas en el tiempo, que no estarán para nada exentas de fascinación.
Mientras que algunos piensan en la belleza del fenómeno y las grandes que ofrece para actividades como la fotografía, la observación a cielo abierto o la astronomía para aficionados, hay quienes se preocupan por los posibles efectos que pueda tener sobre el planeta.
Es sabido que las fases de la Luna inciden sobra las mareas y en otros cuerpos de agua.
Al respecto, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, informó que la proximidad de la luna hace que las fuerzas que generan las mareas se manifiesten con una mayor fuerza que lo acostumbrado.
No obstante, la entidad cree que no hay motivo para inquietarse, pues no hay evidencia científica que demuestre que la superluna sea la causa de catástrofes naturales.
Por el lado esotérico, en la Edad Media se creía que la gente se enloquecía por los rayos que proyectaba la superluna.
El propio Richard Nolan decía que el planeta era más propenso por los días de la superluna, pero ello nunca se ha comprobado.
Por supuesto, muchos querrán ver con detenimiento este fenómeno y para un mejor aprovechamiento de ello los expertos hacen algunas recomendaciones, como hacer la observación en un lugar despejado, como un paraje en el campo, por ejemplo. La cuestión es que se esté lejos de las luces de la ciudad.
Los especialistas afirman que la mejor fase para descubrir al astro es en la fase de Luna llena.
La NASA, por su parte, aconseja practicar la observación con buen tiempo disponible para que la vista se vaya acostumbrando y poder así descubrir desde la distancia sus cráteres y mares sin la necesidad de un equipo especial.
Unos buenos binoculares, de todos modos, si ayudan, pues facilitan contemplar detalles finos y texturas.
Se trata, así mismo, de un pasatiempo que requiere paciencia. Por eso es mejor dedicarle varios días, pues no hay dos salidas iguales. La Luna siempre revelará detalles diferentes.