El jueves 6 de julio por la mañana, ocurrió un evento extremadamente raro en Schirmeck, Francia. Una residente fue golpeada por un rebote de un meteorito, aunque afortunadamente era de pequeño tamaño. Todo sucedió alrededor de las 4 a.m., cuando dos amigos disfrutaban de su café matutino en una terraza en Schirmeck, observando el amanecer sobre el valle del Bruche.
De repente, escucharon un fuerte “Poum” que venía del techo junto a ellos, y en el siguiente instante, uno de ellos sintió un golpe en las costillas. Al principio, pensaron que podría haber sido un animal volador como un pájaro o un murciélago.
Resulta que la mujer fue golpeada por un pequeño fragmento de meteorito que rebotó en su techo y la golpeó en el pecho, dejándola con pequeños moretones. La roca del tamaño de una lenteja, que pesa aproximadamente 1,8 onzas (50 gramos), mostró signos de haberse sobrecalentado en la atmósfera y estaba compuesta principalmente de hierro y silicio, características comunes en los meteoritos.
Aunque algunos expertos han cuestionado si en realidad se trata de un meteorito, el consultor de geociencias, Thierry Rebmann, sugirió que otros científicos deberían examinar la roca para confirmar su origen.
Es extremadamente raro ser golpeado por un meteorito, y las probabilidades de que suceda son astronómicamente escasas. Hasta la fecha, solo una persona ha sido oficialmente confirmada como golpeada por un meteorito en 1954.
Sin embargo, ha habido relatos históricos de personas siendo golpeadas o asesinadas por rocas espaciales en el pasado, aunque la evidencia sigue siendo poco concluyente.
Es importante destacar que la mayoría de los meteoritos que llegan a la Tierra pasan desapercibidos porque caen en áreas deshabitadas o se queman casi por completo mientras atraviesan la atmósfera.
En algunos casos, los encuentros cercanos han sido más dramáticos, como una mujer en Canadá que estuvo a punto de ser golpeada por un meteorito que se estrelló en su almohada o el caso de un meteorito que se estrelló contra el techo de una casa en Nueva Jersey y fue confirmado como un fragmento del cometa Halley de 4.600 millones de años. Sin embargo, estos eventos siguen siendo extremadamente raros y poco comunes.
Viaje al espacio
Con muy pocos días de diferencia, el mundo pasó del asombro por la tragedia del sumergible Titán, que implosionó en lo más profundo del océano, para sorprenderse con el viaje a lo más alto del espacio de Virgin Galactic que, en cambio, se cumplió con el mayor éxito.
Luego de años de investigación, preparativos, incontables pruebas, accidentes, retrasos y hasta la muerte de una persona en lo trabajos, este jueves la compañía Virgin del magnate británico Richard Branson, dio el pistoletazo a algo impensable en los años 50, cuando comenzaron los vuelos al espacio: el turismo espacial para todo aquel que pueda pagarlo.
Desde muy tempranas horas de este jueves, el mundo amaneció con la expectativa de la misión Galactic 1, como fue bautizada.
De acuerdo con lo previsto, una nave nodriza gigantesca despegó del centro Spaceport America, en Nuevo México, hacia las 8:30 de la mañana.
Cuarenta minutos más tarde y tras gran altitud, este aparato liberó otra nave, la VSS Unity, propulsada por un potente cohete, que se elevó a una velocidad que triplicaba la velocidad del sonido.
Así, alcanzaron las 50 millas u 80 kilómetros en la altura que la Nasa y la Fuerza Aérea estadounidense consideran el límite entre el planeta Tierra y el espacio, toda una hazaña.
Quienes hayan atravesado esa frontera, dicen también esas instituciones, pueden considerarse astronautas. Pero, ¿quiénes fueron los afortunados que se dieron el lujo de contemplar la curvatura del planeta desde la inmensidad del firmamento, como muy pocos han podido hacerlo?
Se puede decir que el viaje tuvo un sabor muy italiano, además de científico, pues se trataba de dos oficiales de la fuerza aérea de Italia, el coronel Walter Villadei y el lugarteniente coronel Angelo Landolfi.
El coronel Villadei llevó un traje biométrico, que le permitió medir las respuestas fisiológicas del cuerpo en el espacio.
El lugarteniente Landolfi se encargó de probar el comportamiento corporal y el rendimiento cognitivo en un entorno de microgravedad.