La estadounidense Amber Pearson solía lavarse las manos hasta que sangraban, aterrorizada por la idea de contaminarse con los objetos cotidianos, uno de los tantos comportamientos provocados por su trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

Pero los rituales repetitivos de su condición quedaron en gran medida relegados a su memoria, gracias a un revolucionario implante cerebral que se está utilizando para tratar tanto la epilepsia como el TOC.

“Estoy realmente presente en mi vida diaria y eso es increíble. Antes estaba constantemente dentro de mi cabeza preocupándome por mis compulsiones”, declaró la mujer de 34 años.

Los implantes cerebrales llegaron recientemente a los titulares con el anuncio del magnate Elon Musk -jefe de la red X y del fabricante de autos eléctricos Tesla, a fines de enero, de que su compañía Neuralink había colocado un chip en la cabeza de un paciente, con el que los científicos esperaban que se logre que las personas puedan controlar un teléfono inteligente con apenas pensar en él.

Amber Pearson, quien recibió un implante cerebral para tratar su epilepsia y su trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), representa un retrato en el hospital de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (OHSU) en Portland, Oregón, el 23 de enero de 2024. (Photo by Patrick T. Fallon / AFP) | Foto: AFP or licensors

Pero la idea de insertar un dispositivo en el cerebro no es nueva, y desde hace décadas los médicos saben que la estimulación eléctrica aplicada con precisión puede afectar la forma en la que funciona el cerebro.

Esta estimulación cerebral profunda es utilizada en el tratamiento del Parkinson y otras afecciones que inciden en los movimientos, incluida la epilepsia.

Los médicos que actuaron en el caso de Pearson le ofrecieron el dispositivo de 32 milímetros para tratar sus ataques epilépticos, confiando en que sería capaz de detectar la actividad que genera esos episodios y enviar una pulsación que permita interferir ante ellos.

“Fue su idea decir: ‘Bueno, vas a entrar en mi cerebro y poner este cable, y tengo TOC, ¿puedes simplemente poner un cable para TOC?’”, recordó el neurocirujano Ahmed Raslan, que llevó a cabo el procedimiento en la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, en Portland, en la costa oeste estadounidense.

El Dr. Ahmed Raslan, profesor de cirugía neurológica, demuestra la colocación de un implante cerebral a la paciente Amber Pearson, quien recibió el implante para tratar su epilepsia y su trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), en el hospital de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (OHSU). en Portland, Oregón, el 23 de enero de 2024. (Photo by Patrick T. Fallon / AFP) | Foto: AFP or licensors

“Y, afortunadamente, tomamos esa sugerencia en serio”, acotó.

Anteriormente hubo algunos estudios sobre el uso de la estimulación cerebral profunda en personas que padecían TOC, pero, según Raslan, nunca se había combinado con el tratamiento para la epilepsia.

Los médicos trabajaron con Pearson para ver exactamente qué sucede en su cerebro cuando queda atrapada en un bucle obsesivo.

La técnica implicó exponerla a factores estresantes ya conocidos (en este caso, consumo de mariscos) y registrar los pulsos eléctricos. Así, pudieron aislar eficazmente la actividad cerebral asociada con su TOC.

Luego podrían configurar su implante para que reaccionara a esa señal específica.

El dispositivo de doble función ahora vigila la actividad cerebral asociada tanto con la epilepsia como con el TOC. (Photo by Patrick T. Fallon / AFP) | Foto: AFP or licensors

Esperanza

El dispositivo de doble función ahora vigila la actividad cerebral asociada tanto con la epilepsia como con el TOC.

Es un avance que cree que solo pudo surgir desde fuera del ámbito científico.

Amber Pearson solía lavarse las manos hasta que sangraban, aterrorizada por la idea de contaminación de objetos cotidianos, un resultado debilitante de su trastorno obsesivo compulsivo. Pero los rituales repetitivos de su condición están en gran medida consignados a la memoria, gracias a un revolucionario implante cerebral utilizado para tratar la epilepsia cuyo poder ahora también se ha activado por primera vez en el TOC. (Photo by Patrick T. Fallon / AFP) | Foto: AFP or licensors

“Esta es la primera vez en el mundo que se hace esto. Normalmente pensamos en dispositivos para el TOC o para la epilepsia. Esta idea es algo fuera de lo habitual y solo podía venir de un paciente”, indicó el neurocirujano.

Pearson, por su lado, tuvo que esperar ocho meses después del procedimiento de 2019 para ver alguna diferencia notable en su comportamiento.

Pero gradualmente los rituales habituales que la desgastaban y la llevaban a ocho o nueve horas infernales cada día desde su adolescencia comenzaron a menguar. Y su vida se fue haciendo normal.

Raslan señaló que se está haciendo un estudio en la Universidad de Pensilvania para ver cómo se puede ampliar el uso de esta técnica, la cual ofrecería potencial esperanza a algunos de los 2,5 millones de personas en Estados Unidos que padecen TOC.

*Con información de AFP.