El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aplazó el lunes el proceso de adopción de la reforma de la justicia, que está siendo examinada en el Parlamento, tras haber desatado multitudinarias protestas.
"Cuando hay una posibilidad de impedir una guerra civil mediante el diálogo, como primer ministro hago una pausa para el diálogo", declaró Netanyahu en un discurso televisado.
El dirigente anunció que la adopción de los distintos proyectos de ley de la reforma se aplazaba a la próxima sesión parlamentaria que se abrirá tras las vacaciones de la Pascua judía (del 5 al 13 de abril), cediendo así en parte a las exigencias de los opositores.
Inmediatamente después del anuncio, la Histadrut, la principal confederación sindical del país, proclamó el fin de la huelga general convocada unas horas antes.
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Pero los líderes de las movilizaciones que han sacudido el país en estos últimos meses se mostraron más escépticos e instaron a seguir con las protestas mientras el proyecto no esté "totalmente suspendido", en palabras de la física Shikhma Bressler, una de las organizadoras.
"No es para nada una victoria, la lucha continúa", resumió otra manifestante en Tel Aviv, Sharon Hefez, escritora de 59 años, que acusó a Netanyahu de decir "mentiras".
Dos de los principales miembros de la oposición se dijeron dispuestos a dialogar con el gobierno, pero en el marco de la mediación propuesta desde hace varias semanas por el presidente Isaac Herzog.
En ese sentido, Yair Lapid (centro) aseguró que aceptaría "entablar un verdadero diálogo", pero solo si la legislación se detiene "totalmente". "Más vale tarde que nunca", afirmó Benny Gantz (centro-derecha), otra figura importante de la oposición.
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Estados Unidos, gran aliado de Israel, aplaudió la medida, que "da más tiempo para encontrar un compromiso", según la portavoz de la Casa Blanca.
El partido del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, figura destacada de la extrema derecha y que, según la prensa israelí, había amenazado con abandonar el gobierno si se interrumpía la reforma, anunció por su parte haber alcanzado un acuerdo con Netanyahu que vinculaba la suspensión del proceso legislativo con una ampliación de su ministerio.
Protestas multitudinarias
Desde el anuncio del proyecto, a principios de enero, decenas de miles de israelíes se manifiestan todas las semanas.
A mediados de marzo, el ritmo de las protestas se intensificó, y este domingo, después de que Netanyahu cesara al ministro de Defensa, Yoav Gallant por pedir una suspensión de un mes en el proceso legislativo, la manifestación masiva en Tel Aviv terminó con enfrentamientos entre los participantes y las fuerzas de seguridad.
El lunes, una multitud --unos 80.000 manifestantes, según la prensa local-- volvió a salir a la calle en Jerusalén para protestar. Por la noche, una contramanifestación, con miles de participantes según un periodista de la AFP, tuvo lugar no muy lejos de la primera.
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En esta jornada, la comisión parlamentaria de leyes había votado en favor de uno de los elementos clave de la reforma: el proyecto de ley por el que se modifica el proceso de nombramiento de los jueces.
La reforma promovida por el gobierno de Netanyahu, uno de los más derechistas de la historia de Israel, busca incrementar el poder de los políticos sobre los jueces y disminuir el rol de la Corte Suprema.
Netanyahu y sus aliados ultraortodoxos y de extrema derecha defienden la modificación con el argumento de que debe equilibrarse la correlación de fuerzas entre los cargos electos y la Corte Suprema, a la que consideran politizada.
Sus detractores consideran que la reforma amenaza la separación de poderes y el carácter democrático del Estado de Israel.
El rechazo al proyecto generó en los tres últimos meses uno de los mayores movimientos populares de protestas de la historia del país.