La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, celebró este domingo, 24 de noviembre, el acuerdo alcanzado en la COP29 de Bakú, que “marca una nueva era” en la cooperación y la financiación climáticas. Este acuerdo permitirá “estimular las inversiones en la transición energética y reducir las emisiones” de gas de efecto invernadero, afirmó en la red X.
La conferencia número 29 sobre el cambio climático de la ONU adoptó varios acuerdos, entre los que destaca la obligación a los países ricos de financiar con 300.000 millones de dólares anuales, hasta 2035, la transición energética y la adaptación climática de las naciones en desarrollo.
Era el punto más esperado de la cumbre: ¿cuánto dinero deberán aportar el grupo de 23 países desarrollados y la Unión Europea, señalados en 1992 como responsables históricos del cambio climático, a las naciones en desarrollo?”.
“Al menos 300.000 millones de dólares anuales de ahora a 2035″, responde el acuerdo de Bakú, que establece este “nuevo objetivo cuantificado colectivo” como reemplazo del compromiso anterior de 100.000 millones de dólares anuales. Queda lejos de las cantidades solicitadas por los países en desarrollo, que se movían entre 500.000 millones y un billón de dólares, y las oenegés lo consideran un esfuerzo muy pequeño teniendo en cuenta la inflación.
“Los países desarrollados muestran la vía” para lograr ese monto, dice el texto, lo que significa que otros pueden participar.
El acuerdo prevé que la contribución de países ricos provenga de sus fondos púbicos, completados con inversiones privadas que movilizan o garantizan, o de “fuentes alternativas”, es decir, eventuales tasas mundiales que todavía se están estudiando (a las grandes fortunas, aviación, transporte marítimo, entre otras).
Al parecer, esos 300.000 millones deberían ser una palanca para obtener un total de 1,3 billones de dólares para 2035, según el acuerdo. Esa cifra, destinada a los países en desarrollo, concuerda con la financiación exterior que necesitan, según una estimación de los expertos comisionados por la ONU, Amar Bhattacharya, Vera Songwe y Nicholas Stern.
En la cumbre, los países occidentales reclamaban aumentar la lista de Estados que deben contribuir a las finanzas climáticas, considerando que China, Singapur o países del Golfo se habían enriquecido en las últimas décadas. Pero China impuso una línea roja: ni hablar de tocar esa lista.
El acuerdo de Bakú “invita” a los países no desarrollados a aportar contribuciones financieras, pero estas serán “voluntarias”, estipula el texto.
El acuerdo incorpora no obstante una novedad: a partir de ahora, la financiación climática de los países no desarrollados acordada a través de bancos multilaterales de desarrollo se podrá contabilizar dentro del objetivo de los 300.000 millones.
Además, se creará una hoja de ruta de cara a la COP30, que tendrá lugar en la ciudad brasileña de Belém el próximo noviembre, sobre el modo de multiplicar las finanzas climáticas. Entre otras cosas, les brindará una nueva oportunidad de obtener más dinero en forma de donaciones, mientras que actualmente el 69% de la financiación climática está constituida por préstamos.
Transición energética
El llamado a la “transición” hacia una salida de las energías fósiles, el gran hito de la COP28 de Dubái, no figura explícitamente en los principales textos finales de la COP29. Solo aparece implícitamente cuando se recuerda la existencia del acuerdo adoptado el pasado año.
Pero el texto, que supuestamente debería reforzar su puesta en marcha, no fue adoptado al cierre de la COP29, tras una larga batalla que lo había vaciado parcialmente de contenido. Una de las prioridades de la Unión Europea era obtener un seguimiento anual de los esfuerzos para abandonar el petróleo, el gas y el carbón. Arabia Saudita estaba en contra, y al final se salió con la suya.
Con información de Afp.