Quienes se han dedicado a escribir la historia de las mujeres han documentado que entre febrero y los primeros días de marzo en distintas latitudes y épocas tuvieron lugar varios hitos del movimiento de mujeres: las primeras convenciones de derechos de las mujeres, las movilizaciones de sufragistas y aunadas al creciente movimiento obrero en los países industrializados, hubo algunas huelgas y revueltas de las mujeres trabajadoras de fábricas.
De estas últimas, la que más resuena en la memoria colectiva es la revuelta de las obreras textiles en San Petersburgo. Para muchas historiadoras no fue solo un suceso clave de la trayectoria feminista, sino, además, uno de los primeros estallidos de la revolución rusa. Así, pues, nos damos cuenta de que la fecha conmemorativa del 8M, institucionalizada por Naciones Unidas en 1977, encuentra sus raíces en los procesos organizativos y de movilización de mujeres que se unieron para combatir de alguna forma las injusticias que estaban viviendo y abrir un lugar en la esfera pública para ellas y las generaciones futuras de mujeres.
Hoy día, el Manifiesto Internacional de la agrupación Pan y Rosas, publicado en el marco del Paro Internacional de Mujeres del 2017, refresca el sentido del 8M y en este momento de la historia es importante hablar de huelgas feministas o paro de mujeres.
Esta resignificación es un guiño hacia el pasado, pero también hacia nuestras coyunturas actuales: las violencias basadas en género, la crisis del cuidado que hacen parte de nuestra cotidianidad y que se recrudecieron en el confinamiento preventivo por la pandemia generada por la covid-19, la lucha por acabar con las brechas salariales, los techos de cristal, la feminización de la pobreza y la precariedad laboral que afecta más a las mujeres, la falta de acceso a salud sexual y autonomía reproductiva sobre todo en las mujeres migrantes y rurales de nuestro pacífico rural disperso, entre otras. Esta es, por enumerar algunos frentes, la situación de las mujeres en Colombia y en el mundo, nuestro trabajo como ciudadanas, organizaciones de base, instituciones educativas e incluso como funcionarias públicas, es poner nuestra agenda sobre la mesa y nuestras voluntades en los espacios de poder y toma de decisiones.
En definitiva, el 8M aparece en nuestro contexto como una fecha para reflexionar sobre todas las situaciones que parecen ser normales y son barreras muchas veces infranqueables para los proyectos de vida y deseos más íntimos de las mujeres.
Las mujeres merecemos llevar nuestras vidas según nuestro parecer, con las garantías mínimas para hacer eso posible; está la bandera del (los) feminismo(os) contemporáneo(s) y creemos que todas las fechas conmemorativas deben ser, más que cualquier otra cosa, días en los que se piense en voz alta y se actúe con firmeza para construir ese camino.
En este 8M el OEM invita a las mujeres colombianas a parar, parar desde la reflexión académica, mostrar las brechas persistentes en la vida física, económica y política de las mujeres en la actualidad; parar en los hogares, como una acción colectiva para reconocer el aporte y el valor del trabajo doméstico y de las labores de cuidado al desarrollo de Cali, Colombia y el mundo; parar en las calles para reconocer cómo el espacio público, desde su perspectiva arquitectónica o en su sentido amplio, continúa presentando barreras para las mujeres. En efecto, según nuestra encuesta OEM en el 2019 de cada 100 mujeres vallecaucanas solo tres acceden a cargos de elección popular y los roles que tenemos en escenarios de participación comunitaria reproducen el rol asignado a la mujer en el cuidado (preparación de alimentos, educación de niños y niñas, etc.). Así, en este 8M invitamos a las mujeres a parar(nos) por una sociedad más justa y más equitativa.
*Observatorio de Equidad para las Mujeres del Icesi, OEM, y la Fundación WWB
Antecedentes
El Día Internacional de la Mujer es una fecha que se conmemora en muchos países del mundo. Cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para conmemorar su día, se suma una tradición de más de un siglo/ 110 años en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo sostenibles con plena participación de las mujeres.
El Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1911 en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza, después de que la Internacional Socialista lo decretara un año antes. Más de un millón de mujeres y hombres asistieron a las manifestaciones de esa primera celebración.
En 1975, Año Internacional de la Mujer, las Naciones Unidas conmemoraron por primera vez el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo. Dos años más tarde en diciembre de 1977 se institucionaliza cuando la Asamblea General adoptó la resolución 32142 que proclamaba un día de las Naciones Unidas de los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Con ello, la ONU se suma y reconoce las manifestaciones de las mujeres que, reclamaban a comienzos del siglo XX el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre los sexos.
El Día Internacional de la Mujer es un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados, acelerar y comprometerse con los cambios hacia la igualdad y celebrar la valentía y la determinación de las mujeres que han desempeñado un papel clave en la historia de sus países y comunidades para promover la participación de las mujeres en todas las esferas de la sociedad en igualdad de condiciones con los hombres.
Un futuro igualitario en el mundo del covid-19
ONU Mujeres pone en el centro el liderazgo de las mujeres, que desde diversos sectores están haciendo aportes innovadores para hacer frente al covid-19, de manera que se continúe garantizando la participación efectiva de las mujeres en los procesos de reactivación económica en América Latina y el mundo.
El tema celebra los enormes esfuerzos que realizan mujeres y niñas en todo el mundo para forjar un futuro más igualitario y recuperarse de la pandemia de la Covid-19 evidenciando que:
Las mujeres se encuentran en la primera línea de respuesta a la crisis de el covid-19 como trabajadoras de la salud, cuidadoras, innovadoras y organizadoras comunitarias.
Las mujeres se encuentran entre las y los líderes nacionales más ejemplares y eficaces en la lucha contra la pandemia.
Las mujeres líderes y las organizaciones de mujeres han demostrado sus habilidades, conocimientos y redes para liderar eficazmente los esfuerzos de respuesta y recuperación ante el covid-19.
Actualmente el mundo ha entendido que las experiencias, perspectivas y habilidades diferentes que aportan las mujeres contribuyen de manera indispensable en las decisiones, políticas y leyes sin dejar a nadie atrás.
Una respuesta efectiva ante el covid-19 requiere reflejar las dinámicas de género
Datos
Empoderamiento económico
Como efecto de la pandemia, la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo retrocedió más de 10 años, llegando a ubicarse, proporcionalmente, en niveles similares a los de 2009 (TGP de 48,1 para 2020), y provocando una brecha de género en participación efectiva en el mercado laboral de 22,7 puntos porcentuales en contra de las mujeres.
El país tiene altos niveles de informalidad que afectan especialmente a las mujeres, quienes se dedican a las ventas ambulantes, quienes integran el grueso del trabajo domésticos, del personal de las cafeterías y quienes se dedican a la agricultura de subsistencia, por lo general son mujeres. Están en trabajos informales que muchas veces están fuera del alcance de las leyes laborales, y quedan atrapadas en ambientes laborales con salarios bajos e inseguros, sin protección social. En particular, las mujeres que trabajan en el servicio doméstico han sido muy vulnerables frente a las medidas de contención.
En Colombia, en promedio las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en Colombia. Este tiempo que aportan las mujeres a la sociedad, limita sus propias oportunidades educativas y laborales y para su participación en la política o en la sociedad. En un país en donde el 40% de los hogares tienen jefatura femenina.
ONU Mujeres en su reciente informe From insights to action: Gender equality in the wake of covid-19 alertan sobre el impacto del covid-19 que empujará a 865 millones de personas sobrevivirán con menos de 1,90 dólares por día (de las cuales algo más de la mitad 435 son mujeres y niñas).
La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de las economías en el mundo. En el caso de Colombia, análisis del Dane (2021) evidencian una caída en la actividad económica nacional con un PIB de -6.8% para el 2020. Esta contracción en la economía ha impactado de manera desproporcionada a las mujeres. Tres indicadores estructurales evidencian los efectos perversos:
- La insostenibilidad del actual modelo de cuidados, que para muchas mujeres representa una sobrecarga de trabajo no remunerado y que les impide vincularse al mercado laboral formal. El DANE (GEIH, 2020) evidencia que el 51.9% de las mujeres en edad de trabajar no están ocupadas ni buscando estarlo. Este porcentaje de mujeres inactivas en el mercado laboral se ha incrementado 5 puntos porcentajes con relación a 2019. De estás, el 62,9% se dedican a oficios del hogar. Una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retoman la búsqueda de empleo.
- El impacto desproporcionado del desempleo en las mujeres por su alta concentración en los sectores más afectados por el covid-19 como servicios, comercio y manufactura (prendas de vestir). En concreto, los datos del DANE (GEIH, 2020) muestran que en el último trimestre 2020, la tasa de desempleo de las mujeres se ubicó en 18,7%, mientras para los hombres en 10,2%, mostrando una brecha de 8,5 puntos porcentuales.
- Como efecto de lo anterior, se registra una pérdida de ingresos a gran escala y aumento en los niveles de pobreza.
Participación política
Las mujeres en Colombia son el 51,2% de la población, sin embargo, en el Congreso de la República, las mujeres ocupan sólo el 20% del total de curules a proveer. En las últimas elecciones territoriales, fueron electas sólo 132 alcaldesas, que representan el 12.01% del total de alcaldías electas y sólo 2 gobernadoras electas que representan el 6.25% de las Gobernaciones. En los dos casos, el número de alcaldesas y gobernadoras disminuyó con respecto al periodo anterior.
Aunque la cuota del 30% ha sido una medida afirmativa para avanzar en la participación política de las mujeres, es hora de aumentar los porcentajes de participación de las mujeres en cargos públicos y en escenarios de toma de decisión. La Agenda 2030 propuso en el ODS 5 el avance hacia la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública. Por tanto, es fundamental continuar avanzando en garantías reales para la participación política de las mujeres.
Solo el 3% de los recursos públicos que reciben los partidos políticos para su financiamiento, se ha destinado exclusivamente para la inclusión de las mujeres en la política. Fuente: “Análisis sobre el acceso a recursos para la inclusión efectiva de las mujeres en la política” realizado por Transparencia Por Colombia, en alianza con ONU Mujeres Colombia, publicado en 2019.
Una de cada seis mujeres en cargos de decisión (63%), manifestó haber sido víctima de violencia, cifra que aumentó al 68% en el 2019. La Violencia Contra Mujeres en Política es una de las barreras que enfrentan las mujeres para participar en escenarios de toma de decisión, siendo este un fenómeno que menoscaba la democracia y no permite avanzar cómo país hacia el desarrollo, la igualdad, la superación de la pobreza, el crecimiento económico y la democracia, sin garantizar los derechos de más de la mitad de la población.
Mujeres, Paz y Seguridad
El activismo de la sociedad civil de las mujeres es fundamental para el cambio transformador nacional y mundial en materia de género igualdad, pero enfrenta grandes desafíos.
Las mujeres jóvenes y las niñas están liderando movimientos que piden una política económica, social y ambiental.
Durante el 2020 y el 2021 la situación de seguridad para lideresas y defensoras de Derechos Humanos se ha visto afectada por el incremento de amenazas y asesinatos, debido entre otras cosas, a la pandemia y la situación de aislamiento generada en diversos municipios y departamentos del país.