La forma como funciona el tiempo, de la manera en que las personas están acostumbradas, podría cambiar, esto debido a la rotación terrestre. Por lo general, la duración de un día no es siempre la misma, sino que está en constante cambio que al parecer ayuda a que se extienda de manera gradual las horas del día.
La rotación terrestre, el movimiento que determina el inicio y el fin de cada jornada, según los científicos, se estaría desacelerando progresivamente. Hace 1.500 millones de años, los días eran más breves, y tenían alrededor de 18 horas y 41 minutos. En la era de los dinosaurios, hace 66 millones de años, se estabilizaron en casi 23 horas, y así poco a poco la cantidad de horas ha ido cambiando.
Según un informe de la Universidad Técnica de Múnich, existe la posibilidad de que un día terrestre pueda extenderse a 25 horas. El grupo de científicos ha desarrollado un instrumento láser de alta precisión ubicado en el Observatorio Geodésico Wettzell. Esta herramienta se encuentra dentro de una cámara del observatorio (que puede medir la velocidad de rotación del planeta), enterrada a más de 6 metros bajo tierra.
El equipo, liderado por el científico Ulrich Schreiber, creo un giroscopio láser en forma de anillo que mide los cambios en la velocidad de rotación de la Tierra. Este dispositivo utiliza complejos sistemas de láseres y espejos para detectar variaciones en la rotación del planeta.
La importancia de estas mediciones no solo radica en el campo de la astronomía, sino que también afecta la creación de modelos climáticos precisos y la comprensión de fenómenos meteorológicos como El Niño, que en la última temporada ha afectado a los ciudadanos del mundo.
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El Iceberg más grande del planeta vuelve a estar en movimiento luego de 30 años
Según un reporte de la BBC, el iceberg más grande del mundo ha vuelto a moverse después de haber permanecido encallado en el fondo del océano durante más de tres décadas.
El iceberg A23a, que tiene una superficie de 4.000 kilómetros cuadrados, se alejó de la costa antártica en 1986 y se estableció en el mar Weddell, transformándose en una isla de hielo.
Algo que ha llamado enormemente la atención de los expertos que los han tenido en observación durante el último año, es que esta montaña de hielo se ha comenzado a mover de manera veloz, y en estos momentos está a punto de traspasar aguas antárticas.
“Estuvo en tierra desde 1986, pero eventualmente iba a disminuir (de tamaño) lo suficiente como para perder agarre y comenzar a moverse. Vi el primer movimiento en 2020″, declaró a la BBC Andrew Fleming, un experto en teledetección del BAS, Bristish Antarctic Survey.
Se sabe que A23a se ha acelerado debido a los vientos y las corrientes, y ahora se encuentra en el extremo norte de la Península Antártica.
Los investigadores observarán de cerca el avance de A23a, para ver si llega a la isla de Georgia del Sur, ya que podría causar problemas a los millones de focas, pingüinos y otras aves marinas que se reproducen allá.
Cabe resaltar que estos grandes icebergs liberan el polvo mineral que se incorporó a su hielo mientras formaban parte de los glaciares de la Antártica. Los organismos que componen las cadenas alimenticias oceánicas dependen de este polvo como fuente de nutrientes.