Rusia disparó el martes un aluvión de misiles contra Kiev y otras ciudades de Ucrania que dejaron sin electricidad a la mitad de la población de la capital, pocos días después de la humillante retirada de las fuerzas de Moscú del sur del país. Según el ejército ucraniano, Rusia lanzó un centenar de misiles, “desde el mar Caspio”, desde “la región [rusa] de Rostov” y “desde el mar Negro”, principalmente “contra infraestructuras energéticas”. La presidencia ucraniana afirmó que la situación de la red eléctrica en todo el país es “crítica”. En Kiev, los ataques dejaron al menos un muerto y privaron a “la mitad” de los habitantes de electricidad, indicó el alcalde, Vitali Klitschko, en Telegram.
Las sirenas antiaéreas sonaron en toda Ucrania poco antes de las 15:30 (13:30 GMT). Minutos después, se escucharon explosiones en Kiev, Leópolis (oeste) y Járkov (noreste). Un funcionario de la administración presidencial ucraniana publicó un vídeo en el que se ve un edificio de cinco plantas en llamas. En el noreste, hubo “un ataque con misiles en el distrito Industrialniy de Járkov”, indicó Igor Terejov, alcalde de la segunda ciudad más grande de Ucrania. En el oeste, se oyeron explosiones en Leópolis. “Que todo el mundo se ponga a salvo”, instó en Telegram su alcalde, Andriy Sadovi, agregando que “parte de la ciudad (estaba) sin electricidad”. Los últimos bombardeos contra la capital ucraniana se remontaban a los días 10 y 17 de octubre y tuvieron como objetivo las infraestructuras energéticas, a inicios del invierno. El Kremlin alegó entonces que se trataba de represalias por la destrucción parcial del puente que une a Rusia con la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014.
Retirada rusa
Esta vez, los ataques se producen cuatro días después de la humillante retirada de las fuerzas rusas de la zona de Jersón, incluida la capital regional del mismo nombre, tras casi nueve meses de ocupación. El Kremlin se vio obligado a retirarse por una contraofensiva ucraniana, apoyada por los suministros de armas occidentales. Rusia ya había tenido que replegarse del norte del país hace unos meses y luego del noreste, en septiembre. Tras la liberación de Jersón, en la margen occidental del Dniéper, la contraofensiva concentró sus ataques en Nova Kajovka, en la margen oriental, con fuego "de artillería pesada y de morteros", según la administración de ocupación rusa. "La vida en la ciudad se ha vuelto peligrosa", añadió, asegurando que "miles" de residentes se habían ido.
Llamamiento al G20
El canciller ucraniano, Dmytro Kuleba, pidió que la cumbre del G20 de potencias industrializadas y emergentes reunida en Bali (Indonesia) se pronunciase sobre los bombardeos rusos. “Edificios de viviendas, instalaciones de infraestructura energética han sido impactados. Estamos esperando una reacción de principio de la cumbre del G20″, tuiteó Kuleba. Un llamamiento pronto respaldado por la Presidencia estadounidense, que apuntó contra el presidente ruso, Vladimir Putin. “Rusia vuelve a amenazar esas vidas y a destruir las infraestructuras críticas de Ucrania. Estos ataques rusos sólo servirán para profundizar la preocupación entre el G20 sobre el impacto desestabilizador de la guerra de Putin”, dijo el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, que representó a su país en la reunión del G20, acusó a Ucrania de impedir las conversaciones de paz al exigir que las tropas rusas abandonen la totalidad del territorio, donde Rusia controla amplias porciones del este, en gran medida rusohablante, desde hace ocho años. “Todos los problemas proceden de la parte ucraniana, que rechaza categóricamente negociaciones y avanza reivindicaciones que son manifiestamente no realistas”, afirmó.