El experto en submarinos, el español José Luis Martín reconstruyó lo que para él fue la secuencia escalofriante de los que fueron los últimos momentos del sumergible Titán, el cuál implosiona en las aguas donde yace el Titanic, el mismo barco que se hundió hace décadas mientras realizaba un recorrido de Southampton a Nueva York. “Sesenta segundos interminables en las oscuras profundidades del océano Atlántico, apretados unos contra otros, sin aliento por la fuerza de la presión, antes de la implosión final”, narra Martín.
Las cinco personas a bordo del Titán, los cuáles pagaron la suma de 250.000 euros, cada uno, por participar en la expedición para explorar los restos del Titanic. Ellos tuvieron exactamente “entre 48 y 70 segundos para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo”, es decir, de que estaban a punto de morir, explicó el experto citado por el portal digital Nius. La tragedia causó conmoción a fines del mes de junio, cuando luego de una intensa búsqueda de casi una semana, se hallaron los restos del sumergible.
Las conclusiones fueron inmediatas y es que una implosión, cuyas causas aún se investigan, fue lo que causó la muerte a los pasajeros. La reconstrucción realizada por Martín, contradice informes anteriores, pues según los cuáles los pasajeros del minisubmarino no eran conscientes del final, ni de lo que se les avecinaba con todo lo que estaban pasando allá dentro de las profundidades del océano Atlántico, donde ocurrió la tragedia.
La reconstrucción
José Luis Martín especuló con la posibilidad de que el Titán perdiera estabilidad debido a una falla eléctrica. Esto habría dejado al sumergible sin propulsión, lo que habría provocado que se precipitara al fondo del mar “como una flecha, en vertical”, esto con el único ojo de buey apuntando hacia abajo y las cinco personas amontonadas, una encima de la otra en la proa y la estrecha cabina. Una progresión aterradora relatada por Martín, como un drama en directo.
“El piloto (Stockton Rush, director general de OceanGate) no consiguió accionar la palanca de emergencia para soltar los plomos y volver a la superficie. El Titán cambia de posición y cae como una flecha en vertical porque los 400 kilos de los pasajeros que estaban en la portilla desequilibran el submarino. Así -dice la tesis sobre la dinámica del accidente- el minisubmarino empieza a caer en picada hacia el fondo del mar y, con las funciones de control y seguridad dañadas, ya no puede ser maniobrado”.
Así habría sido el último minuto de pesadilla para Hamis Harding, Shahzada Dawood y su hijo adolescente Suleman -que, según su tía, estaba aterrorizado por la expedición-, como así también para el explorador francés Paul-Henri Nargeole y para Stockton Rush, director general de OceanGate, una empresa que ya había tenido advertencias por algunos desperfectos en la nave. El Titán se desplomó en “caída libre” durante unos 1.700 metros y “sin ningún control”.
Todo desde una profundidad de unos 1.000 metros hasta los 1.500, cuando entonces “estalló como un globo”, por la catastrófica implosión, el cuál le causó la “muerte instantánea” a los ocupantes. “Estaban aterrorizados, unos encima de otros, en total oscuridad”, y para Martín sólo cabe imaginar el horror y la agonía de los últimos instantes. “En ese breve espacio de tiempo, se dieron cuenta de todo. Y además en completa oscuridad. Es difícil hacerse una idea de lo que vivieron en esos momentos”, señaló.
Varios fueron los esfuerzos que se hicieron para que pudieran volver con vida, pero al final, no resultó ser así. Desde aquel fatídico accidente, muchos han hecho lo posible por lograr reconstruir la escena agonizante de los pasajeros, pero nadie ha podido precisar con exactitud qué ocurrió, pues ningún experto estaba cerca de los hechos. La empresa decidió no hacer más viajes y la Policía continúa investigando los hechos.