Los talibanes conmemoran el lunes el primer aniversario de su regreso al poder decretando un día feriado, tras un año turbulento en el que aplastaron los derechos de las mujeres y vieron el agravamiento de la crisis humanitaria en Afganistán.

El año pasado, el 15 de agosto de 2021, los islamistas radicales capturaron Kabul tras una relampagueante ofensiva nacional contra las fuerzas gubernamentales, al concluir la intervención militar internacional de 20 años encabezada por Estados Unidos.

"Cumplimos la obligación de la yihad y liberamos a nuestro país", afirmó Niamatulah Hekmat, un combatiente que ingresó a Kabul el 15 de agosto del año pasado luego de que el entonces presidente, Ashraf Ghani, huyó del país.

El caótico retiro de fuerzas extranjeras continuó hasta el 31 de agosto con decenas de miles de personas corriendo al aeropuerto de Kabul con la esperanza de ser evacuadas en algún vuelo de salida de Afganistán.

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Las imágenes de multitudes irrumpiendo en el aeropuerto, subiendo a aviones, algunos colgados de aeronaves militares de carga cuando estaban por despegar, aparecieron en los noticieros de todo el mundo.

Las autoridades no han anunciado alguna celebración oficial para conmemorar la fecha, pero la televisión estatal dijo que transmitiría programas especiales.

Pero los combatientes talibanes expresaron alegría de que su movimiento esté en el poder, pese a que las agencias de ayuda dicen que la mitad del país de 38 millones enfrenta pobreza extrema.

"Cuando entramos a Kabul y cuando se fueron los americanos, esos fueron momentos de alegría", comentó Hekmat, actual miembro de las fuerzas especiales que resguardan el palacio presidencial.

Vida sin sentido

Pero para los afganos comunes, en especial las mujeres, el regreso de los talibanes solo ha agravado las dificultades.

Inicialmente, los talibanes prometieron una versión más amable del duro mando islamista de su primer gobierno, de 1996 a 2001, pero han impuesto muchas restricciones sobre las mujeres para cumplir con la severa visión del islam del movimiento.

Decenas de miles de niñas han quedado fuera de la educación secundaria y las mujeres han sido impedidas de asumir cargos gubernamentales. En mayo recibieron órdenes de cubrirse de pies a cabeza en público, idealmente con una burka.

"Desde el día en que llegaron, la vida perdió sentido", lamentó Ogai Amail, residente de Kabul. "Nos han arrebatado todo, han ingresado incluso a nuestro espacio privado", aseguró.

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El sábado pasado, combatientes talibanes golpearon a mujeres manifestantes y dispararon al aire para dispersar su protesta en Kabul.

Aunque los afganos reconocen que la violencia ha disminuido desde la llegada de los talibanes, la crisis humanitaria tiene a muchos desesperados.

"Gente que viene a nuestras tiendas se queja mucho de los precios altos", declaró Noor Mohammad, a cargo de una tienda en Kandahar, centro de poder de los talibanes.

Pero para los combatientes talibanes, la alegría de la victoria opaca la crisis económica. "Podremos ser pobres, podremos enfrentar dificultades, pero la bandera blanca del islam ahora ondeará para siempre sobre Afganistán", declaró un combatiente que resguardaba un parque en Kabul.